El hombre de 65 años, enfermo de cáncer terminal que se había encerrado en el Ayuntamiento de Fabero, donde vivía, para pedir que se le reconociera una gran invalidez, ya que solo tenía reconocida una discapacidad del 33%, fue localizado muerto en su domicilio el pasado 5 de febrero.
José Antonio Marqués falleció de muerte natural, aunque se especula con que llevara varios días fallecido cuando se le localizó. Este 7 de febrero era incinerado. Deja dos hijos, esposa y una causa por la que luchó.
Marqués se dio a conocer por pelear, en los últimos días de su vida porque el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) le reconociera una gran invalidez, con el fin de contar con una pensión que consideraba digna y poder costear sus gastos del día a día. Por ello inició un encierro en el Ayuntamiento que quería que fuera indefinido, pero que no pudo ser así por el cierre del mismo por normativa, y una huelga de hambre. Pronto su protesta fue escuchada y fue citado por el INSS para tratar sobre su problema.
Marqués sabía que le quedaba poco tiempo de lucha, pero capitaneó una pelea en la que pocas veces se piensa, la necesidad de acabar la vida con una situación económica digna tras 27 años trabajados en la construcción.
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