«Nací en junio de 1953, en un cuarto de baño en casa porque no daba tiempo a llegar a Cadafresnas. Me atendieron una tía y un vecino mientras todos trabajaban en la mina». Quien narra esto y recuerda lo que los mayores le han contado es Luis García, el primer niño que nació en el poblado levantado para dar cobijo a la mayoría de los empleados de la mina de wólfram de la Peña do Seo, en la localidad berciana de Cadafresnas.
Allí había una decena de casas con 40 viviendas y dos oficinas para las familias, más un sótano en el que residían los solteros. Todos subían a diario a la mina, cavaban este mineral tan codiciado en la época por sus condiciones bélicas y botaban material. «Las pasaban muy canutas», rememora.
Por la Peña del Seo pasaron antes los celtas, los romanos y los astures. Pero fue un ‘maqui’ tras la Guerra Civil quien descubrió este mineral en esa zona porque había trabajado en la mina de Casaio (Orense) y lo conocía. Años después, se puede decir que Luis García nació entre las vetas del wólfram.
Es hijo de Jovino, fallecido recientemente y guardés de la mina y el poblado, incluso cuando éste ya estaba en ruinas. Vigilaba el poblado cuando la empresa ‘Montañas del sur’ logró la explotación de la infraestructura y, de repente, se convirtió en eje de la zona, con cuartel de la Guardia Civil y colegio. Todo ello para apuntalar la respuesta a la fuerte demanda que existía por el wólfram debido a la Guerra de Corea, un mineral utilizado para endurecer el armamento militar, aunque también para fabricar componentes industriales, bombillas o motores.
Pero en ese momento, Luis García era muy niño y vinculaba la mina a la felicidad. Lo recuerda ahora, con 61 años y jubilado después de una vida dedicada a la minería: «Yo fui el primero que nací en el poblado, pero mi hermana también lo hizo allí. Me acuerdo cuando construyeron el lavadero nuevo en la explotación, que me ponían encima de las mesas y correteaba entre los trabajadores. También jugaba en un almacén, del que se vendió todo el material que allí había cuando cerró. Allí, un niño jugaba con latas de sardinas vacías dando patadas, con piedras, con lo que pillábamos...».No olvida que para su padre, la mina era «vida e ilusión», tanto que cuando hubo que bajar al pueblo su dolor «fue máximo», porque dejaba allí muchas cosas. Cerró definitivamente en 1958 porque ya no había demanda de wolframio. Atrás quedó todo abandonado, menos el poblado, en el que Jovino y Milagros, su esposa, vivieron hasta 1974 cuidando todas las viviendas y pagando los impuestos de todas las casas para evitar embargos. A partir de ahí, fueron desvalijadas. Hoy, el escenario que se avista, aunque es de ruina, evoca un pasado de éxito económico, aunque alejado de la realidad, aquella en la que todo «se conseguía a base de puño y mazo». Y es que los mineros que trabajaban bajo la Peña do Seo murieron prácticamente todos jóvenes a causa de silicosis.¿Reapertura?Actualmente, según fuentes de la consejería de Economía y Empleo de la Junta, la empresa Sierra Minning Company realiza sondeos e investigaciones geológicas en la Peña do Seo en búsqueda de este mineral, con catas y análisis del terreno. Si encontrara algo, probablemente pediría una licencia de explotación. Luis García ve esta posible reapertura con buenos ojos, «porque todo eso ahora está muerto». Precisa que en Cadafresnas hay 30 habitantes y muchos de ellos son solteros de edad avanzada, cuando hasta hace tres décadas residían unos 80 vecinos.No es de la misma opinión el alcalde pedáneo de Cadafresnas, Ernesto López, quien recuerda el capítulo trágico de la mina. «Para tres años que estuvo abierta en los 50, murió mucha gente. Si hubiera continuado, aquí no queda nadie por la silicosis», desliza. López es claro sobre la posibilidad de reabrir la mina. «Si es para explotarla, prefiero que siga como está, pero si es con recurso turístico, estoy a favor. La gente hace senderismo hasta allí ahora mismo. Si abrieran un bar o una casa rural... Pero vienen y se van», finaliza.Recientemente, el historiador Diego Castro ha elaborado una investigación sobre las rutas del wolframio en Castilla y León, respaldada por la Fundación Patrimonio Histórico, que propone la catalogación, registro, documentación y recuperación de los espacios industriales vinculados a este mineral y la promoción de visitas culturales y turísticas. Sobre la Peña do Seo, concretamente, considera Castro que debe incluirse en la Ruta Europea del Wolframio.
Nacidos entre las vetas del wólfram
Los habitantes del poblado de Peña do Seo rememoran sus recuerdos mientras una empresa vuelve a hacer prospecciones en la zona
06/01/2015
Actualizado a
14/09/2019
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