Esta actividad contará con actores repartidos a lo largo del desafío, los cuales serán personas de la asociación, doce escenas para pararse con representaciones, y múltiples sorpresas sin desvelar, como el modo de entrada de los participantes.
El organizador, Miguel Ángel Fernández, explica el largo trabajo que ha llevado la conformación de todo el recorrido, el cual ocupa la superficie íntegra del campo de fútbol de Narayola: “Nos hemos encargado del diseño de las máscaras, del moldeo, de la pintura manual, de los vestidos… Lleva mucho tiempo, por eso solo podemos hacer esto cada dos años”, confiesa.
La distancia del laberinto en sí es de unos 700 metros, a los que hay que sumar algunos más de 100 para resultar los 810 del trayecto total. La duración para completarlo es de unos 45 minutos, y los grupos están compuestos por 12, 14 o 16 personas. “El tiempo se hace largo a la persona que entra. Una vez ahí, pierdes la noción”, asegura Fernández.
Las fechas de realización del recorrido son el 31 de octubre, noche de Halloween, y el sábado 29, en horario de 19:00 a 01:00. El primer pase será para el público infantil con, por supuesto, actividades enfocadas a ellos. Después, desde las 19:30, será el turno para que los adultos disfruten de la experiencia completa. En total, más de 800 personas por día acudirán a Narayola para someterse al reto del laberinto. Las entradas que salieron a la venta se han agotado en cuestión de horas.
Sin apoyo institucional
La organización Millares lamenta, sin embargo, que no cuente con el apoyo de las instituciones para uno de los actos favoritos por los bercianos en estos días. Únicamente han recibido una subvención de 1.500 euros como todas las asociaciones, por lo que el resto corre por cuenta propia. Tanto es así, que incluso numerosas personas jubiladas del pueblo ayudan a los socios en la preparación de todo el material.
Además, Fernández destaca que tratan de comprarlo, en medida de lo posible, a negocios locales para “dejar los beneficios que aporta en Narayola”. Por otro lado, las ganancias van destinadas al equipamiento de la nave que poseen en la que realizan diversas actividades de día a día para la asociación. “Solo queremos que la gente valore el pueblo”, afirma el organizador.