La que fuera presidenta del Instituto de Estudios Bercianos antes que la actual directiva, Mar Palacio ha salido al paso de las acusaciones propinadas por la presidenta que le dio relevo, Patricia Pérez Bruzos, pidiendo explicaciones sobre su gestión, y acusándola de dejar una herencia que acaba ahora con una deuda de 60.000 euros.
Palacio aclara que “nunca hubo deuda en el IEB" durante su mandato, pero reprocha la mala gestión realizada desde 2020 por la directiva, que no controló los gastos “hay que asumir que la cultura siempre es deficitaria y que el Aula de Médulas lo era. Tenía épocas de buenas entradas pero otras no y había que ir compensando”, reconoce. Un Aula que la directiva actual cerró en agosto, después de no pagar a los dos trabajadores que estaban encargados de la misma durante medio año.
“Nuestro consejo fue que había que hablar con la Junta de Castilla y León, para conseguir algún tipo de compensación, como nosotros habíamos hecho en anteriores ocasiones (obteniendo subvenciones para proyectos de visitas de familias y colegios al Espacio Cultural de Las Médulas, en ningún caso para la edición de libros, como señala usted). Y también, que era aconsejable continuar negociando el traspaso del Aula Arqueológica a esa gestión conjunta de la que desde hace años se viene hablando”. Pero esa intención no contó con el plácet de los socios en asamblea, ya que no se aprobaron las cuentas de 2022 “era la primera vez que pasaba esto y fue porque no se sabía la deuda que había”, recuerda Palacio.
Frente a las acusaciones de que esa deuda venía de su mandato, la ex presidenta, que estuvo al frente de la institución más de 16 años le pregunta a su sucesora, a la que asegura que instó a presentarse al puesto, ya que estaba dentro de su directiva si “mientras formó parte de mi equipo directivo ¿fue testigo de alguna deuda?, ¿se dejó de abonar los sueldos a los trabajadores?, ¿ignoraba que nosotros gestionábamos el Aula?”.
Considera “muy grave” que se le acuse de una situación que no se produjo y lamenta mucho que, en tres años, el IEB haya pasado de una situación en la que “se trabajaba mucho, pero se hacían cosas, porque no se puede llegar para salir en las fotos solo”, afea, a otra en la que el IEB podría correr peligro de desaparecer. De hecho considera que la asamblea del día 31 de octubre –fecha que también lamenta que se haya escogido, no solo culpando a cuatro socios de quejarse por haber realizado la anterior convocatoria irregularmente, justo antes de la festividad del 1 de noviembre- , deberá dar cuenta de la dimisión de la presidenta “algo que le hemos pedido de manera reiterada” y proceder al nombramiento de una gestora. “Esa gestora debe acceder a las facturas y a toda la información para ver si es viable el instituto, porque no está tan claro”, asegura. “No sabemos absolutamente nada de cómo está”, dice Palacio, solo que se les apartó, en un primer momento como si “lo que hubiéramos hecho fuera casposo”.
Asegura que todos los problemas han venido de no controlar los gastos y basarse en la llegada de una subvención de la Junta de 60.000 euros con la que se pensaba tapar esos agujeros “es toda una irresponsabilidad porque no se podría hacer eso”, critica Palacio, ya que las ayudas tienen una finalidad y no puede ser esa.
Lo que tiene claro también es que la absorción de la Fundación las Médulas del Aula “es más una conversación de café”, ya que, para ello, se requiere una documentación que no se ha facilitado.
Palacio asegura que esta situación le está quitando el sueño “porque hay mucha gente detrás”, más de 500 socios -en su mandato eran 700- “que quieren ayudar a que esto siga”, pero la directiva “lo único que hace es buscar culpables donde sea, en la Junta o en mí”.
Palacio espera que esta situación repunte, aunque "se está prolongando la situación", lamenta. No se plantea recuperar el mando “tengo 71 años y pasé 16 y medio al frente, trabajando mucho”. No obstante, habla de “decepción” por haber depositado en Pérez Bruzos su confianza, y de “preocupación compartida de los socios y de la sociedad berciana ante la dificilísima situación en la que queda sumido el Instituto de Estudios Bercianos”.