Las tres proclamas de la Revolución Francesa -Liberté, Egalité, Fraternité- están escritas con mayúsculas en el ADN de la democracia, de las sociedades avanzadas (o que se dicen avanzadas), pero se nos olvidan con demasiada frecuencia. En el camino de ida y vuelta que va de lo general a lo particular, del mundo mundial al patio de casa; de lo global a lo local, las palabras solemnes y los textos constitucionales se aguan y se diluyen.
La libertad es el oxígeno: la necesitamos para respirar, sin libertad no somos nada ni nadie, ni siquiera podríamos considerarnos seres humanos plenos, porque la libertad es consustancial a la persona y a su dignidad. La libertad: Marianne guiando al pueblo en el célebre óleo de Delacroix. Luego están la Igualdad y la Fraternidad, que son la aventura política y social más difícil desde que, empezando por la lejana democracia ateniense, las sociedades humanas decidieron articular su convivencia: todos iguales ante la ley, iguales en derechos y deberes, iguales en privilegios y obligaciones, iguales en felicidad.
La pregunta que podemos hacernos, ahora que se acercan las Navidades, y nos ponemos todos tan blanditos, es por qué hay tanta desigualdad si nacemos todos iguales y desnudos. ¿Cómo hemos llegado al actual estado de cosas, caótico e injusto, el Imperio de la Desigualdad? En 2019, para la inmensa mayoría de la población humana, la igualdad pertenece el mundo de las ideas platónicas. Lo que habita, desnuda y descalza, entre nosotros, como un nazareno penitente, es la desigualdad: demasiados ricos, demasiado ricos, y demasiados pobres, demasiado pobres.
Contra esta desigualdad, alza su voz el Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 10, de la Agenda 2030 de la ONU, Reducir la desigualdad: “El 10 por ciento más rico de la población se queda hasta con el 40 por ciento del ingreso mundial total, mientras que el 10 por ciento más pobre obtiene solo entre el 2 y el 7 por ciento del ingreso total”. Para descender al patio de casa, también en El Bierzo existe nuestra pequeña Lista Forbes, la de nuestros millonetis, los tíos Gilito que han hecho su fortuna con las concesiones mineras otorgadas a dedo por el franquismo (siempre a adictos al régimen, claro). Por no hablar de todos los demás monopolios usados por el Estado para favorecer privilegios: desde las gasolineras hasta las ITVs, donde las coimas, las astillas y los sobres circulaban de mano en mano.
La desigualdad de fortuna no es un azar, ni fruto de la casualidad: en la dura carrera de la vida, los adeptos al régimen y los corruptos salen con ventaja. Una vida honrada entera y austera madrugando, trabajando y ahorrando da para un modesto patrimonio familiar: una casa, unos pisos, unos ahorros que dejar a los hijos; no da, desde luego, para hacerse millonario millonetis.
Para eso hacen falta otras cosas, además de trabajar. La desigualdad nace de la injusticia (dádivas, privilegios, concesiones, herencias, monopolios, y si nos vamos a la historia reciente y a la de siempre, robos y saqueos).En 2019, hay en el mundo 2.153 millonarios que tienen más de 1.000 millones de dólares en su patrimonio: ¿Qué les parece si revisamos la Lista Forbes del Bierzo? Pónganse en fila y pasen por la ventanilla de la igualdad a explicar, uno por uno, el origen de su fortuna. Yo les explico la fortuna del Peseto, un empresario de la pizarra en cuyas canteras trabajé hace más de 40 años: el origen de sus millones se llama esclavitud, la explotación de los portugueses que venían entonces a Casaio y dormían en las cuadras del ganado.
Jornada laboral de sol a sol, sin contrato, pago semanal y si no rindes o rechistas, no vuelvas por la cantera. ¿Cuántas fortunas de hombres (aparentemente) honorables son fruto de la explotación laboral?Volviendo a los datos de la ONU, del ingreso total, o de la riqueza global del mundo, el 1% de la población percibió un 22% de esa riqueza.
Y la mitad de la población se repartió un 10% de ese ingreso total. Imaginemos este cálculo a escala local, en El Bierzo: para un censo de 130.000 bercianos, hay 1.300 que poseen el 22% de la riqueza de la comarca. De los 128.700 restantes, hay 64.000 bercianos que comparten el 68% de los bienes; y otra mitad de la población, otros 64.000 habitantes que se reparten el 10% restante. Este es el verdadero rostro de la desigualdad y el ODS 10 de la ONU nos exige cambiarlo, reducir la desigualdad. Porque la ONU afirma que de seguir así las cosas, «el 1% más rico del mundo alcanzará el 39% de la riqueza para 2050”.
Imaginemos el 39% de la riqueza del Bierzo en manos de 1.300 tíos Gilito con chalé en la Rosaleda (y en Puerto Banús), y el resto de los ciudadanos, compartiendo las migajas del festín. Ningún evangelio bendice esta injusticia, esta lacra de la desigualdad, que está en la base de todos los desajustes sociales que padecemos: la pobreza, la exclusión, la emigración, el paro.
Próxima, ODS 11, Ciudades sostenibles
ODS 10: Reducción de la desigualdad
Si las cosas siguen "como de costumbre el 1% más rico del mundo poseerá el 39% de la riqueza para 2050". En la comarca,1.300 bercianos ricos poseen el 40 por ciento de toda la riqueza de la comarca
09/12/2019
Actualizado a
09/12/2019
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