La intención de esta serie de artículos -espero que algún lector de La Codorniz la haya captado- es trasladar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU plantea a nivel mundial a una escala local o comarcal, en nuestro caso, superando la dificultad que conlleva trasponer los problemas o las estadísticas de pobreza, analfabetismo o sequía desde una perspectiva global a un espacio doméstico; pero ese es el reto y por ello hablamos de avanzar en un camino glo-cal (global/local), de ida y vuelta. Así como existe una Agenda 2030 mundial y estatal, necesitamos aplicar una Agenda Bierzo 2030.
La dificultad es mayor en el caso del ODS 11, relativo a las ciudades sostenibles, porque en El Bierzo, como en el chiste, hay una ciudad o ninguna. El geógrafo y patriarca de la cultura gallega, Ramón Otero Pedrayo, imaginaba Galicia entera como una sola ciudad, una ciudad-jardín, con su plaza central en el Obradoiro, y unos cuantos «barrios» (A Coruña, Lugo, Vigo) dispersos en el territorio. Castelao -padre del galleguismo, que murió en el exilio durante el franquismo, ¡qué frágil es la memoria!- abundaba en la idea de «el país gallego como una sola ciudad, la ciudad-jardín más hermosa del mundo, ideal para vivir en armonía con la naturaleza» (Sempre en Galiza, p. 124), y de la misma idea participaba don Álvaro Cunqueiro, para quien el progreso, aplicado a Galicia, debería consistir en que el campo y la ciudad sean solidarios. Este concepto de ciudad-jardín, heredero de las comunas de Owen y los falansterios de Fourier, fue creado por el urbanista inglés Ebenezer Howard en 1902 en Letchworth: su visionario ensayo «Ciudades jardín del mañana» anticipa las cuestiones que ahora laten bajo el concepto «ciudad sostenible».
Pues bien, al igual que Galicia, a una escala menor, pero no menos hermosa, podemos concebir El Bierzo como una única ciudad-jardín, con cuatro o cinco pequeños barrios (Ponferrada, Bembibre, Cacabelos, Fabero, Villafranca), separados por grandes espacios verdes y arbolados de usos variados (bosques, huertas, viñedos), comunicado todo por una tupida malla de caminos y pistas. Por su dimensión, El Bierzo es esto, una ciudad-jardín con 125.153habitantes, similar a Parla, Mataró o León (124.772 h); una ciudad media de provincias, gobernada por 37 alcaldes y más de mil concejales, pero ese disparate solo se resuelve metiéndolos a todos en el próximo vuelo espacial a Marte.
¿Qué pasaría si fuésemos capaces de transformar la comarca berciana en una ciudad-jardín sostenible: un único espacio verde, con zonas bien urbanizadas, integrando su economía y población en una misma y armoniosa pieza sinfónica? El Bierzo ciudad-jardín sostenible es el camino a recorrer, aunque algunos quieran llevarnos por las ruidosas autopistas tóxicas de Ghost in the Shell; pero El Bierzo no puede ser un laberinto manga, el mundo feliz de Huxley capaz de devorar a sus microbios mutantes.
Hay en el mundo más de cien ciudades que superan los cuatro millones de habitantes, incluyendo Madrid y Barcelona: han dejado de ser comunidades para convertirse en conglomerados-estado, algunos con población superior a la de muchas naciones. Por ejemplo, Cantón, la ciudad más poblada del mundo según la ONU, tiene 45.553.000 habitantes, es decir, España entera.
Ese modelo de macro ciudad no me gusta nada, personalmente, y parece que no resuelve las necesidades básicas de las personas, empezando por su felicidad y bienestar, más bien crea inmensas bolsas de pobreza, miseria y desesperación. Volvamos a la democracia ateniense. Las metas del ODS 11 -urbanización inclusiva y sostenible, gestión participativa, salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo- serán más fáciles de alcanzar a través de pequeñas comunidades en las que se viva a escala humana.
La escala humana de la Ciudad Jardín El Bierzo es evidente, natural, espontánea, sostenible, no hay que forzarla. Cuando la Agenda 2030 de la ONU habla de «Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, prestando especial atención a la calidad del aire. Proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad», habla de un hábitat a escala local o comarcal, en el que los ciudadanos no sean un microbio en un censo como el de Cantón con 45 millones de insectos. Una pesadilla manga.
Frente a la nueva oligarquía urbana -los Dioses del Asfalto y los Señores del Cemento, que queman goma recauchutada en los altares de sus chimeneas y rascacielos-, no renuncio al sueño de legar a nuestros nietos y nietas esta tierra berciana convertida en una verdadera ciudad-jardín sostenible: Ciudad Jardín El Bierzo. #ODSéateBierzo!
Próxima, ODS 12, Consumo responsable
ODS 11: Ciudad Jardín El Bierzo
Imaginemos El Bierzo como una ciudad jardín con pequeños barrios separados por grandes espacios verdes y arbolados. La escala humana de la Ciudad Jardín El Bierzo es evidente, natural, sostenible.
16/12/2019
Actualizado a
16/12/2019
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