ODS 2: Hambre cero, también en el Bierzo

La pobreza es un problema estructural asociado a otros males: desnutrición, enfermedades, exclusión social y laboral. ¿Por qué las zonas donde hubo minas hasta hace pocos años, son hoy las más pobres y desgraciadas del Bierzo y Asturias?

Valentín Carrera
07/10/2019
 Actualizado a 30/10/2019
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Pues sí: hay gente —¿qué tal si decimos mejor, personas?— que pasan hambre también en El Bierzo, de modo que el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS 2, Hambre Cero) nos interpela a todos los bercianos y bercianas, y de una manera directa a las autoridades y responsables institucionales: “En el Bierzo hay casos de gente que pasa hambre, hay niños que pasan hambre” afirmaba hace algún tiempo el sacerdote José Antonio Prada, responsable de Cáritas en Ponferrada.

Tan solo el Banco de Alimentos del Sil, por citar quizás la primera ONG berciana contra el hambre, atiende a casi 5.000 necesitados de 56 colectivos. Y, en lugar de disminuir,las necesidades siguen creciendo cada año: en 2018 entregó 612.000 kilogramos de alimentos, 40.000 más que en 2017 [Blog Me presta El Bierzo: “El Banco de Alimentos del Sil”, por César Fernández Díez].

¿Qué estamos haciendo mal para que —a pesar del esfuerzo de voluntarios ejemplares—, el hambre, la pobreza y la necesidad en vez de disminuir, aumenten?

Es posible que, salvo esos casos extremos que denuncia Prada, nadie pase hambre física en El Bierzo, a la manera de Biafra o Haití, en el sentido de que no le falte un plato de sopa caliente en alguna institución benéfica, incluso en bares y restaurantes cuyos dueños participan de la cadena de buena voluntad. Pero también es cierto que el veinte por ciento de la población berciana que vive bajo el umbral de la pobreza —como vimos en el artículo de la semana anterior, sobre el ODS 1—, es decir, uno de cada cinco miembros de la familia berciana, padece desnutrición y carencias básicas.

Recordemos los datos recientes del Instituto Nacional de Estadística: “El 21% de los vecinos de Ponferrada viven por debajo del umbral de pobreza. El total de población que se encuentra en situación de pobreza severa es del 11.6%”.
La pobreza va asociada a otros males: desnutrición, enfermedades, exclusión social y laboral. El tándem pobreza-hambre es indivisible, y lo saben bien los voluntarios de Cáritas, de la Cruz Roja o del Banco de Alimentos: el problema no se resuelve con tres cartones de leche y dos kilos de arroz a la semana. Estamos ante un problema estructural.

De ahí mi insistencia, en estas reflexiones que La Nueva Crónica me permite compartir con ustedes, en situar los 17 ODS de la ONU, es decir, la Agenda 2030, como prioridad máxima, casi única y exclusiva, de todas las políticas locales, comarcales, provinciales, autonómicas, estatales, europeas y universales. Porque formamos parte de ese mundo global en el que el hambre y la pobreza tampoco tienen fronteras.

Trasladar las metas y políticas activas de la Agenda 2030 a nuestra comarca —Agenda Bierzo 2030— significa poner pie en pared a la exclusión económica generada por un modelo de desarrollo colonial y tercermundista: el wólfram, la minería, la pizarra, las incineradoras, el saqueo de la Naturaleza, la destrucción de recursos naturales que son de todos y no debieron ser nunca una propiedad privada.

“Todo está relacionado”, decía el sabio Humboldt: el robo de los recursos naturales ha dejado en El Bierzo un rastro de pobreza y desolación. La trágica historia del wólfram —vean, por favor el magnífico documental de Paula Cons La batalla desconocida— que enriqueció a unos pocos durante unos pocos años y provocó una emigración masiva desde Santa Comba a Casaio, zonas que ochenta años después siguen siendo las más pobres de Galicia y El Bierzo, debería hacernos reflexionar.

Aprendimos poco del modelo tercermundista del wólfram, y la historia se repitió durante decenios con la minería con peor resultado: las zonas donde hubo minas hasta hace pocos tiempo, son hoy las más pobres y desgraciadas del Bierzo y Asturias, ¿por qué? Que respondan los empresarios que produjeron el desastre —como algún delincuente recientemente condenado— y se llevaron el dinero fuera.

Esto no se resuelve con postureo Miner sino con un cambio de modelo, una reforma estructural “que no deje a nadie atrás”. Ningún modelo de explotación basado en el beneficio de una multinacional o de especuladores —como las incineradoras que ahora amenazan al Bierzo— trae a medio y largo plazo más que pobreza, exclusión y miseria, aquí y en la Amazonia, en las minas de coltán y en la Peña do Seo.

Por ello, la Agenda 2030 en El Bierzo significa reformas estructurales profundas: industrias sanas y sostenibles, desarrollo verde basado en los recursos naturales renovables de la comarca. El desarrollo sostenible es inclusivo, redistribuye la riqueza, propicia la cercanía, la artesanía, el comercio local y la solidaridad. Del fracaso de los chamizos que han conducido a nuestros pueblos a la miseria, ya sabemos lo suficiente. #ODSéateBierzo!
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