"El paisaje berciano no se entiende sin las chimeneas de Compostilla"

Valeria Rodríguez Álvarez, galardonada con el X Premio Antonio Estévez del IEB por su trabajo sobre el patrimonio industrial berciano

13/01/2025
 Actualizado a 13/01/2025
Valeria en la exposición de Eduardo Arroyo que estuvo en La Térmica Cultural.
Valeria en la exposición de Eduardo Arroyo que estuvo en La Térmica Cultural.

Ha encontrado lo que le apasiona investigar en casa, en el propio patrimonio industrial berciano, desde su cuna de Igüeña. Todo se alineó para que, hace dos años, con solo 23, obtuviera una beca Ralbar, con la que realizó prácticas para conocer y poner en valor precisamente ese patrimonio industrial relacionado con la mina de Igüeña. Desde entonces, ha sido una puerta abierta para ella que ha recuperado tras acabar su carrera, el doble grado de Historia e Historia del Arte en León. 

El círculo de sus estudios no acabó ahí. Se desplazó a Oviedo para realizar un máster en estudios avanzados de Historia del Arte. Y allí volvió a poner sus ojos en el patrimonio industrial "es increíble lo bien que lo tienen, está puesto en valor. Y nosotros tenemos lo mismo, no tenemos nada que envidiar a Oviedo".

La autora del trabajo en la Fundación Juan March de Palma de Mallorca haciendo la presentación sobre el TFM en el simposio Obertura 24.
La autora del trabajo en la Fundación Juan March de Palma de Mallorca haciendo la presentación sobre el TFM en el simposio Obertura 24.

Antes, mientras realizaba ese estudio en Igüeña quiso plantear un proyecto, recuperar el lavadero del Pozo Casares. Aunque no hay decisiones tomadas al respecto de quienes podrían hacerlo, sigue manteniendo la propuesta y los brazos abiertos para poder ayudar en él. "Soy  de Igüeña y me encanta el patrimonio industrial. Me he dado cuenta de que es mi tema y lo que me apasiona investigar", dice. De hecho, su primer trabajo es de técnica de documentación en Ciuden, donde está en la actualidad. 

Y ahora, esa pasión por el patrimonio industrial sigue contagiándose. Lo ha hecho con el jurado del X Premio Antonio Estévez, benefactor de la cultura que cada año pone 2.000 euros para aplaudir las investigaciones canalizado por el Instituto de Estudios Bercianos. Su trabajo sobre el Patrimonio industrial en El Bierzo: experiencias de reconversión con fines culturales, le ha valido para convertirse en la primera investigadora que se hace con este galardón. Un premio que espera que también sirva como reflexión para no seguir perdiendo una joya del pasado a la que aún no se ha mirado con mimo. 

-¿Qué ha descubierto de este tema sobre el patrimonio industrial. Algo que supusiera que no era así?

-He descubierto cosas como que el Pozo Julia, que conocía de pequeña, cuando nos llevaron a conocerlo desde el colegio la Asunción, donde estudiaba, es más de lo que pensaba. Por entonces nos hablaban de que era una mina recreada y me parecía increíble. Pero después descubrí que lo habían hecho como iniciativa de los mineros que trabajaban allí. Era como una iniciativa popular de los mineros para recuperar ese espacio como lo dejaron tras su cierre. Llevaron la indumentaria y lo dejaron todo como si hubieran dejado de trabajar en medio de una jornada. Me llamó mucho la atención la forma de hacerlo. Y también la importancia que tuvo Ponferrada y Endesa. Yo no era consciente de que Endesa naciera para gestionar Compostilla y no al revés. Fue iniciativa del Instituto General de Industria. Eran cuatro centrales térmicas en el norte de España y la primera fue Compostilla. A partir de ahí surgió la empresa. No era consciente de esa dimensión.

-¿Cómo planteaba este trabajo premiado, como un apunte sobre una posibilidad de futuro que aún no se ha encendido?

-Sí, es como investigación de lo que se ha hecho y sentar bases sobre edificios que ahora mismo están en situación de abandono que podrían ser recuperados y que son muy interesantes. En este premio, que era un resumen del TFG, planteaba un proyecto para mi pueblo. La recuperación del Pozo Casares, reutilizando su lavadero. Se puede hacer en Igüeña, pero también en cualquier pueblo del Bierzo que tenga algo industrial.

-Se puede hacer mucho pero no se ha hecho ¿por qué considera que no se ha despertado a esa posibilidad?

-Porque es difícil. El patrimonio industrial no está tan valorado porque no es una catedral. Lo malo es que para conservarlo no puede ser como museo o como algo histórico, hay que darle un uso. No todo se puede llenar de museos, pero se puede dinamizar. Es difícil convencer de esto y tienes que tener un buen proyecto y tener en cuenta los valores del edificio para respetarlos. Muchas veces, lo que se hace es tirar todo lo de dentro y ese no es el camino. Hay que conservar con criterio. Hay que tener gente que respalde ese trabajo.

-¿Y no es el caso del Bierzo aún?

-En Fabero y en Ponferrada, con la Ciuden, sí se está haciendo y eso sienta las bases. Hay zonas de España que tienen un Compostilla abandonado aún. Pero hay que tener en cuenta que el patrimonio industrial lleva muy poco tiempo valorado en Españla y  en el mundo. En los años 90 ha comenzado.

-¿Qué porcentaje de patrimonio industrial está abandonado en la comarca?

-Pues, en un curso en la Térmica Cultural con la ULE se habló de ello. Se han intentado hacer inventarios y lo que sale es que hay mucho más abandonado que en pie y en uso. No puedo dar un porcentaje, pero diría que es bastante alto.

-Y de lo que queda ¿en qué estado está?

-La mayor parte está abandonado, porque cuando la industria deja de existir se elimina la maquinaria, como hizo Endesa. Y en peligro de desaparecer, como ha pasado con las torres de refrigeración de la central de Cubillos, que ya se han tirado y llevan sin actividad cuatro días. Está a punto de demolerse o en abandono total ese patrimonio.

-En referencia a esas chimeneas de Endesa, aún quedan algunas y se sigue hablando de preservarlas en determinados sectores, algo que la empresa no quiere ¿cree que deben quedarse o no?

- Sí, porque siempre se puede encontrar un uso, aunque no sea cultural, aunque a mí es lo que más me interesa, pero se puede dar uso a todo. Hay experiencias en Europa que pueden inspirar a hacer algo con ellas. Compostilla II es algo muy importante para El Bierzo y el pantano de Bárcena. Creo que no se entiende muy bien el paisaje berciano si no ves las torres de Cubillos. Ahora ya solo hay dos pequeñitas, pero siempre han sido un referente para mí cuando venía a Ponferrada desde mi pueblo. Es algo raro no verlas y creo que deberían seguir ahí. 

-Con su trabajo ¿pretende hacer esa reflexión sobre la importancia de un patrimonio olvidado?

-Sí, creo que es muy interesante revertir este trabajo en tu zona. Y también hablo un poco para los estudiantes de historia, a los que les puede interesar  hacer este tipo de estudios que parecen que no tienen futuro, pero espero que esto les inspire y lo hagan. Si te esfuerzas siempre suele salir algo, porque merece la pena.

- ¿Qué va a hacer con el premio económico?

-Lo voy a ahorrar, porque estoy en La Térmica Cultural trabajando y en junio acabo. Seguiré investigando para el doctorado y tendré que moverme mucho por todo el Bierzo y eso es mucha gasolina. Quiero hacer el doctorado evolucionando el trabajo de fin de máster, analizando las bases legales de los edificios, su gestión y sus posibilidades. Hay mucho hilo del que tirar.

- ¿No se ha encontrado con trabas para investigar este patrimonio?

-No, aunque es una herida bastante abierta aún, se me han dado muchas facilidades. Ha sido muy agradable no sentir rechazo alguno.

-Con respecto a ese proyecto por el apostaría en el Pozo Casares ¿cree que puede salir adelante?

-Yo tengo muchas ilusiones de que sea así. No hay nada confirmado, depende del ayuntamiento que tiene la propiedad del edificio. Yo les he presentado el guión de cómo podría hacerse. Pero un edificio industrial es muy versátil y se puede usar para muchos usos. Yo espero que algo salga y que cuenten conmigo para lo que sea.

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