La ruta que se plantea en esta ocasión nos permitirá recorrer, mediante un itinerario perimetral, los pueblos de Rozuelo, El Valle, Tedejo y Villaviciosa de San Miguel; así como la falda de la sierra que da lugar al nacimiento de todos los tributarios que forman el arroyo de Pradoluengo. La ruta empieza su recorrido en los alrededores de Rozuelo, sobre la carretera que da acceso a una cantera de cuarcita.
Alcanzamos Rozuelo a través de un camino labrado sobre tierras rojas. Entre la carretera que da acceso a la cantera y el caserío de Rozuelo se observa, oculta entre la vegetación, una calicata minera de época romana que ha dejado huella en el terreno en forma de corona u ocelo. Estas estructuras erosivas artificiales del terreno van a ser una constante durante todo el recorrido sobre las laderas del monte que flanquea estos pueblos.
Cruz de los hospicianos.
Rozuelo está bajo la cumbre del Pico de La Cerca, al lado de El Corón, donde los historiadores sitúan un hábitat antiguo que pertenece al conjunto de castros que se extienden por la zona montañosa hasta La Gándara.
El diccionario Madoz (1850) señala sobre Rozuelo que “pertenece al ayuntamiento de Folgoso. Situado entre dos colinas. Su clima es templado y sus enfermedades más comunes, fiebres, dolores de costado y catarros. Tiene 25 casas. Iglesia Parroquial de Santa Maria y una ermita de Nuestra Señora de Villadiel. Tiene una población de 20 vecinos y 100 almas”. Hoy Rozuelo es un pueblo hermoso y bien cuidado que cuenta con tan sólo unos 40 habitantes permanentes todo el año.
Su iglesia, con torre de espadaña para tres campanas, está situada casi invisible sobre el centro del pueblo y contiene una imagen de La Virgen de La Encina procedente de la ermita de Villadiel, hoy desaparecida y situada, al parecer, en las inmediaciones del arroyo de Las Vegas.
Sobre la cara sur de la cumbre del Pico de la Cerca (a 1.133 msnm) hay instalada una cruz en la que se puede leer sobre el pedestal: “Cruz en honor de San Cayetano, patrón de los hospicianos, Rozuelo 1967”. Fue levantada por los hospicianos criados en el pueblo de Rozuelo en agradecimiento a los vecinos que se ocuparon de ellos. En una placa colocada sobre su base aparecen los nombres de 26 hospicianos y de los 16 vecinos que se dedicaron a su crianza. Los hospicianos eran niños abandonados o entregados en los hospicios. Para favorecer su desarrollo en un hogar, el Estado los entregaba a familias de los pueblos que los acogían, en teoría, como un miembro más de la unidad familiar a cambio de un dinero para su manutención y hasta que alcanzaban cierta edad. Cuando las familias que los prohijaban consideraban que ya reunían condiciones para trabajar, ayudaban en las tareas del campo. De esta manera, Rozuelo recogió a muchos niños hospicianos que se quedaron a vivir y formaron nuevas familias en este ámbito territorial. Un fenómeno poco conocido en el Bierzo que merecería un estudio por parte de los historiadores.
Nos alejamos de Rozuelo en dirección a El Valle, siguiendo una amplia pista que faldea la sierra que da origen a los manantiales que conforman el exiguo arroyo de Pradoluendo, del que el arroyo de Las Vegas, en Rozuelo, es su principal tributario. Lástima que en su curso medio se haya autorizado la cantera de Rozuelo (Alto de La Cerca): un yacimiento para la extracción de piedra de cuarcita a cielo abierto. Una explotación muy polémica a la que se han opuesto los vecinos constituidos bajo el nombre “Asociación en Defensa de Tierra Seca”. Fue explotada por Cymotsa (Construcciones y Movimientos de Tierra SA), y ahora ha pasado a propiedad de Graveras del Bierzo. Está parada desde el año 2014 por irregularidades administrativas.
Una vez atravesado el arroyo de Las Vegas una amplia pista nos conduce al arroyo del Valle que recorre longitudinalmente el siguiente pueblo de este itinerario. El camino está trazado alto (entre las cotas 850-900 m snm) sobre un suelo de cuarcitas, estando flanqueado inicialmente por encinas, madroños y, más adelante, por robles y corpulentos castaños. Llegando al pueblo de El Valle se observa, en lo alto, una cumbre de forma avolcanada (a 1.015 m snm): es el castro del Pico Tudela, uno de los más importantes de este espacio territorial. Aunque no es motivo de visita durante este itinerario, merece la pena dar unos breves apuntes sobre él. El Corón de Tudela es un excepcional mirador situado sobre un castro prerromano. Durante la visita que se hizo para la redacción de esta ruta, el castro estaba libre de vegetación y era fácil observar los grandes fosos que lo delimitaban, así como y lo que nos pareció ser un depósito de agua extramuros para abastecer al castro. Dentro del recinto se aprecian estructuras de forma circular que pudieron ser viviendas. Un castro muy interesante que debería ser estudiado con una excavación arqueológica.
Poco antes de llegar al pueblo de El Valle se presenta a nuestra derecha un paraje de tierras rojas y acarcavadas conocido como El Castro, se trata de otra corona minera realizada por la fuerza hidráulica a semejanza de las explotaciones mineras de oro de época romana. También se conoce como El Corón o Castro de Fascias, y en él han aparecido tégulas, un molino redondo de granito, pizarras de cubrición con agujero en medio, y clavos (Tomás Mañanes).
Alcanzamos el pueblo de El Valle a la altura de su depósito de agua, abastecido desde el arroyo del Valle. Aquí también arranca la “Senda La Mora” que nos acerca al Pico-Castro de Tudela. El caserío de El Valle está situado en el corazón de Tierra seca y se estructura alargado, flanqueando el arroyo que nace en la Fuente de La Mora y en los manaderos del paraje de La Gándara. Es muy recomendable recorrer sus calles: de Arriba, del Lagar, Plaza del Concejo, La Panera y sus Casonas: de los Arias, del siglo XVI, hoy convertida en hotel rural bajo el nombre de “La Casa Grande de El Valle”; conserva en su fachada un escudo de armas de la familia Rodríguez Raposo por su destacada actuación en la conquista de Granada. El escudo tiene a su lado una inscripción votiva de clara talla romana. Otra casona reseñable es la que tiene en su fachada un escudo eclesiástico tallado en piedra clara que, al parecer, procede de otra casa del siglo XVIII, hoy ya desparecida y que perteneció al cura párroco D. Miguel Fernández Vuelta.
Abandonamos el pueblo por la calle La Ermita, jalonada por la capilla de Santo Tomás. El camino discurre al lado de un palomar y cerezos hasta devolvernos de nuevo al monte y alcanzar el pueblo de Tedejo, situado sobre un lombo bajo las faldas de El Cuerno. Tedejo posee unas magníficas vistas sobre la depresión del Boeza y los pueblos del Alto Bierzo.
Con motivo de la elaboración del Catastro del Marqués de la Ensenada se visitó Tedejo el 27 de julio de 1753. Se expresa, con espléndida letra, poco habitual en estos documentos tan antiguos, que estos dos lugares de El Valle, y Tedexo, su anejo, se componen de setenta y ocho vecinos. El diccionario Madoz (1850) también los trata como dos barrios de una misma unidad popular. Tedejo es un pueblo coqueto y precioso, como ya nos recuerda su plaza principal, cuyo nombre es “Maravilla” o la calle El Paraíso. Conserva una cuidada ermita dedicada a los Santos Mártires Fabián y Sebastián. Entre las poblaciones de Tedejo y El Valle (también conocido como El Valle de Tedejo) está la iglesia de Santa Eulalia (con un gran tejo adosado) que sirve de iglesia parroquial a los dos pueblos; de ahí que disponga de grandes campanas (fechadas en 1881 y 1896) para llamar a las labores religiosas. Sobre una esquina, y en la parta más baja de la estructura que conforma la escalera de acceso al campanario, hay dos lápidas con inscripciones que los historiadores señalan como romanas y dedicadas al Dios Cossue, Dios de la Guerra.
Abandonamos Tedejo en dirección a Villaviciosa de San Miguel; nos despide una curiosa doble fuente fechada en el año 2016. El camino se presenta sobre un paisaje adehesado, cubierto de prados y pastos frecuentados por ganado vacuno. Debemos cruzar el arroyo de Pradoluengo, jalonado de plantaciones de chopo y cerezos, hasta alcanzar las primeras casas de Villaviciosa.
Villaviciosa de San Miguel era conocida hasta 1978 como Villaviciosa de Perros. El cambio de nombre fue promovido por el cura párroco, al parecer, sin el apoyo de la mayoría de los vecinos; alegando que el nombre era proclive a mofa y burla. El nuevo apellido está dedicado al santo patrono de la iglesia parroquial, consagrada a San Miguel Arcángel. A la entrada del campanario de la iglesia aparece tallada sobre piedra arenisca, en letra rústica, el siguiente texto: “Esta obra la hizo Benito García en el año 1825, siendo cura párroco Francisco García Villagrá”. Sobre la fachada de la iglesia también se recuerda el cambio de nombre: Villaviciosa de San Miguel, 29-9-1978. Sin embargo, en el pueblo se sigue reivindicando el antiguo apellido, “porque por Perros los conoce todo el mundo y a ningún vecino le molesta”. Una abuela nos dice con orgullo que “mis nietos son perrines”.
Recorremos el pueblo visitando también la rústica ermita de Santo Cristo y lo abandonamos en dirección a Rozuelo hasta coger, justo a la salida del pueblo, un camino de tierra escoltado por robles y castaños que nos lleva de nuevo al lugar de inicio de la ruta.
Distancia total aproximada: 13,5 km
Tiempo estimado: 4 horas (Incluye las paradas de observación y reconocimiento)
Desnivel Bruto: 203 metros [913 cota inicio de la ruta) – 710 ( Cruce del arroyo de Pradroluengo)]
Dificultad:Baja
Planos IGN: Escala 1/50.000: Bembibre nº 159. Escala 1/25.000: Bembibre I.