Era la primera vez que salía de casa en 11 meses. Un tiempo en el que todo ha cambiado para el policía nacional de Ponferrada, Ismael López 'Isma' desde aquella inoportuna caída en bicicleta de carretera que lo dejó en una silla de ruedas. Desde entonces, tres meses en la UCI, primero en hospitales de Asturias, porque fue allí donde ocurrió el accidente, después en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, y diagnósticos que incluso le llegaron a asegurar que no volvería a respirar por sí mismo nunca más. Y mucho dolor. Sobre todo por verse en el antes, como policía, deportista, padre de familia, al ahora, con todo por ganar, aunque en ambas etapas permanece su sonrisa y las ganas de luchar. "Pienso también en cómo estuve y como estoy ahora y he mejorado mucho", dice manteniendo en alto un ánimo contagioso. "Tengo una segunda fecha de cumpleaños, porque los médicos me dijeron que si la lesión fuera un centímetro más arriba, seguramente hubiese fallecido, me lo pintaron así de mal".
Isma salió ante la ermita de Fuentesnuevas con un fin, recibir a un grupo de ciclistas que, a la llamada de uno de ellos Jonatan Fernández, se sumaron a la II edición de El Camino Solidario, una peregrinación en bicicleta para recaudar fondos con los que ayudar a colectivos o personas que lo necesitan. El año pasado, Jonatan decidió hacer el trayecto para recaudar fondos para la Asociación Parkison Bierzo y se quedó con las ganas de consolidar esta salida en otros frentes. Conoció el caso de Isma "y quise contribuir a mejorar su calidad de vida". Se puso en marcha y pidió donativos para ayudar a que lo haga, sin conocerlo. Reconoce que le ha sorprendido la respuesta solidaria de la gente "porque han tenido que hacer una transferencia a un desconocido, ha sido todo a título peronal". Y, es que, su idea de que le ingresaran a través de bizum se desbordó pasados los 200 ingresos y tuvo que recurrir a las transferencias. Aún no ha hecho recuento de la aportación porque ha tenido que calzarse las calas y el culotte y, al lado de su padre y de una veintena de amigos ponerse en marcha. Ponferrada-Samos, Samos-Arzúa y Arzúa-Santiago son las etapas previstas para después volver y entregar a Isma la cantidad de dinero recaudada.
Nervioso y tenso se declaraba en ese primer día que salía de casa "estoy saliendo de la zona de confort, pero dicen que la magia está ahí". Le ha empujado , asegura, que un desconocido organizara una marcha solidaria para conseguir fondos para él "me lo comunicaron y me pareció algo muy altruista, de una persona muy empática. Eso es doblemente emocionante para mí". Ambos se fundieron en un abrazo sin palabras primero y después con mucho agradecimiento y ánimos.
Isma levanta la cabeza al lado de su mujer y su hijo, de sus compañeros de trabajo, de sus compañeros de pedal, de los que quieren ayudarle, y vuelve a sonreír "me queda mucho por hacer, tengo ganas de salir a la calle y disfrutar como uno más que es lo que soy, uno más", reconoce. Aunque su vuelta a casa ha sido dura "he llegado hace semana y media y entrar en tu casa, en tu intimidad, cuando la última vez que saliste estabas bien, ha sido duro. Ves todos tus recuerdos y eso es durísimo. Te quieres recluir". Pero intenta ser positivo "eso se aprende con el día a día y con las personas que te rodean", dice. "De todo se sale menos del cementerio así que, aquí estoy y me queda mucha guerra por dar".
"Dentro de lo que cabe, lo voy llevando. tengo mis días buenos y malos, pero intento que sean más buenos que malos". En salud mental le ayudan a superar "esta piedra", pasando etapas y adaptándose a volver al hogar. Lo que comienza a ver es como la sociedad no está preparada para la logística que requiere una discapacidad. Él quería acompañar a sus compañeros ciclistas en su trayecto desde la salida, pero no pudo ser. Los taxis no tenían capacidad para su silla. Es una de las trabas de las que se da cuenta la sociedad cuando ocurren estos problemas. "El mundo no está preparado para esto", reconoce su mujer "no lo ves hasta que no te pasa". Una concienciación que también debe llegar poco a poco.