El 13 de septiembre del año 1492 Cristóbal Colón llevaba más de un mes de viaje a través del océano y sin señales evidentes de tierra a la vista. Fue entonces cuando a la lógica ansiedad, se sumó la observación de un detalle curioso y a la vez un tanto inquietante. En el anochecer de aquel día, la brújula señalaba el Norte al noroeste de la estrella Polar y sin embargo al amanecer lo hacía al noreste. Pocos días después, el 17 de septiembre se observó algo similar.
El norte señalado por la brújula no coincidía con el señalado por la Polar y asimismo también el 30 de aquel mes se volvió a observar ese fenómeno. Según el relato conservado del ‘Diario de a bordo’ (una copia o extracto amplio del original que escribió el célebre navegante), estas observaciones infundieron temor a la tripulación. Colón trató de calmar su miedo, argumentando que el norte verdadero era el señalado por la brújula y que la estrella Polar y al igual que las demás tenía un movimiento o giro en torno al punto del cielo que corresponde al norte. Lo que Colón ignoraba es que el norte señalado por la brújula, que él consideraba el verdadero, tampoco coincide con el norte geográfico, es decir, el determinado por el eje de giro de rotación de la Tierra.
El descubrimiento de la no coincidencia entre el norte señalado por una brújula y el señalado por la Polar, no siempre se ha explicado (en mi opinión) bien en los libros. La diferencia entre el norte magnético (brújula) y el norte o la posición de la Polar, no es en estricto rigor, la declinación.
La declinación es la diferencia entre la posición del norte magnético y el norte geográfico verdadero, (polo norte celeste) que viene definido -insisto- por el eje de giro de la Tierra. En tiempos de Colón y antes de aquel día 13 de septiembre de 1492, se pensaba (entiendo yo), que el norte indicado por la brújula apuntaba exactamente a la Polar y además que la posición de la Polar, coincidía con la del norte que hoy llamamos verdadero, es decir, el definido por el eje de giro de la Tierra. Hoy sabemos que no es así. Hay pues en realidad tres polos norte (y sur). El geográfico (eje giro terrestre), el definido por la posición de la Polar y el señalado por la brújula. Las posiciones respectivas entre ambos varían continuamente.
Norte Magnético y Norte Geográfico
Me parece que el público en general, lo que más conoce es la diferencia entre el norte señalado por la brújula y el geográfico. En las medidas de las labores mineras bercianas, en los años finales del siglo pasado, por ejemplo, la brújula era un instrumento muy importante y se tenía en cuenta esa diferencia entre nortes. En los trabajos topográficos del Instituto Geográfico y Estadístico (hoy Instituto Geográfico Nacional) realizados hace aproximadamente un siglo, también se tuvo en cuenta y supongo que de igual modo en los trabajos realizados por Carlos Lemaur en El Bierzo en el siglo XVIII, también. Eso al menos se deduce del análisis de alguno de sus planos.
No viene al caso explicar por qué en un punto cualquiera de la superficie terrestre y por lo general existe esta diferencia que además y para cualquier punto varía con el tiempo. Es un asunto un tanto complejo, aunque no está de más señalar que el polo Norte Magnético está en el norte de Canadá y a unos 1600 km, de distancia del polo Norte Geográfico. No debe ser un punto muy definido, si no una zona.
En la actualidad, y en base a los datos del Instituto Geográfico Nacional, en la zona de Bembibre esa diferencia debe ser de unos 3,2 grados sexagesimales…si la brújula funciona bien. Cada año disminuye poco más de dos milésimas de grado sexagesimal. Desconozco cual era esa diferencia (medible en la Península Ibérica y su entorno) en tiempos de Cristóbal Colón, pero parece obvio que debía ser pequeña y por ello no se detectó hasta el célebre viaje a América. También hay que considerar que los instrumentos y métodos de medida, no eran tan precisos como los actuales o que no se conocía con mucha precisión la dirección (sentido más bien) del polo Norte Geográfico.
El Norte Geográfico y el Norte de La Polar
Hoy sabemos que, en tiempos de Colón, entre el polo norte geográfico y la posición de la Polar había una distancia considerable. Hoy en día están casi juntos, a menos de un grado sexagesimal (0,6º aproximadamente). Según el Observatorio Astronómico de Madrid, esa diferencia se reducirá más y más hasta llegar a ser ligeramente menor de medio grado (0,45º) hacia el año 2100. Sin embargo, en 1492, debía haber una separación de aproximadamente 8 - 9 grados. Por tanto, no debería ser tan extraño que desde algún punto del océano Atlántico se percibiese esa diferencia, que sin embargo en España y su entorno no se percibía quizá tan bien… o no se midió con cuidado.
En tiempos de Colón la determinación del norte geográfico, se podía hacer estudiando con cuidado el movimiento de las sombras a lo largo de muchos días del año. Cuando estas son las más cortas (sea el día que sea), apuntan al norte geográfico (eje giro terrestre) en el Hemisferio Norte, pero no es una operación sencilla de realizar para dar resultados muy precisos, por lo cual, nada tiene de extraño que no se distinguiese entre los tres tipos de nortes. Se hablaba del Norte y punto.
Añadamos que la altura de la estrella Polar servía además para saber la latitud geográfica. En el Ecuador, la Polar teóricamente ha de verse justo en el horizonte y a medida que vamos subiendo se ve más alta. Los grados de latitud norte son, en principio, los grados de altura de la Polar sobre el horizonte (nivel del mar). Colón, como cualquier navegante obviamente intentaba saber su posición (latitud geográfica) y para ello la estrella Polar era esencial. Al observar pues esas anomalías en septiembre de 1492, nada tiene de extraño que los marineros tuviesen miedo, que no obstante Colón trató de disipar afirmando que la brújula era la que decía la verdad. No obstante la brújula, y al menos en tiempos de Colón, no servía para conocer la latitud y el navegante debía ser consciente de ello.
Más Nortes
Tenemos ya descritos tres tipos de norte o si se quiere los tres nortes «históricos», pero hay más. Cualquier persona (ahora cada vez más) que maneje planos y sobre todo si son los que publica el Instituto Geográfico Nacional (IGN) o el Ejército Español, habrá observado una serie de líneas que van de arriba abajo (con el plano orientado) o de norte a sur en una primera aproximación. Estas líneas rectas son las cuadrículas o las referencias para determinar sobre el mapa las coordenadas de un punto. La dirección N-S señalada por estas líneas no es exactamente la que determina el eje de giro de la Tierra (N-S geográfico). El ángulo formado entre ambas se llama la convergencia.
No me voy a poner a explicar en detalle de que se trata, pero sí puntualizo (por simple precaución) que hay que tener mucho cuidado con este concepto y también que hay que saber qué tipo de coordenadas estamos utilizando. Hoy en día casi todo el mundo habla de coordenadas, como se habla de las lechugas o los pimientos, pero no es tan sencillo hacer un uso correcto de las mismas porque hay muchos tipos. En un primer tanteo y hablando de memoria, yo puedo citar a las geográficas (distintas en función del llamado técnicamente “datum” utilizado) y de las rectangulares. Cabe distinguir entre estas últimas a las Lambert y a las UTM. En estas últimas hay que especificar el huso…y así podríamos seguir.
Las coordenadas tienen múltiples aplicaciones y una de ellas es la indicación de las esquinas de una finca. Por ello hay que «estar al loro», ya que una pequeño despiste nos puede «llevar» nuestra finca muy lejos de donde realmente está.
La meridiana y sus aplicaciones
En los libros de topografía se habla mucho de la meridiana. Es una línea que nos indica la dirección N-S geográfica, es decir, la determinada por el eje de giro de la Tierra.
En las minas bercianas de carbón en los años finales del pasado siglo había (o debía haber al menos) un magnífico libro del profesor Luis Fernández Fernández, (Universidad de León), en el que se explica el modo de trazar en el suelo esa línea y de hacerlo con la precisión debida. Para hacerlo a grosso modo basta una brújula cualquiera. Para un trazado más perfecto como el enseñado por el citado profesor, se puede utilizar como referencia el Sol, la Estrella Polar y también otras estrellas.
El Sol y por razones obvias debe ser el astro más utilizado. La realización de la citada labor es compleja y requiere unos buenos conocimientos de topografía, habilidad en los cálculos, meticulosidad, paciencia y trabajar con rigor y muy concentrado en lo que se hace. Es preciso además usar un instrumento adecuado como es un teodolito y también tener en cuenta los datos que proporcionan los observatorios astronómicos, como el Real Observatorio Astronómico de Madrid, (OAN). En el caso de las estrellas, la tarea debe ser similar, con el inconveniente de trabajar por la noche, pero con la ventaja de que la precisión al mirar a las estrellas es mayor que la lograda al apuntar al disco solar, que obviamente no es un punto.
El OAN publica año tras año un Anuario, que es un libro con una espantosa cantidad de cifras que a primera vista «asustan» a cualquiera, pero son cifras de gran utilidad para topógrafos y otros técnicos similares y también para aficionados a las observaciones astronómicas.
La labor consiste en realizar una serie de observaciones al Sol, (tomando obviamente precauciones para no dañar la vista) o a la estrella Polar o a cualquier otra elegida. Son observaciones en las que hay que hacer una larga serie de correcciones y ajustes tanto en los datos que nos facilita el teodolito, como incluso en el reloj que debemos también usar inexorablemente ya que es preciso saber la hora con precisión suficiente y saber cuál es esta suficiencia. Los cálculos son laboriosos, aunque hoy en día los ordenadores facilitan mucho la labor. De este modo podemos saber en todo momento la posición del centro del disco solar o de una estrella en el firmamento visible desde un punto cualquiera de la superficie terrestre.
A partir de este dato se puede fijar en el suelo la dirección N-S con gran precisión. Personalmente y hace ya muchos años (diciembre de 1988), tracé una meridiana en Castropodame tomando como referencia la estrella Polar. Así determiné la dirección N-S en un punto muy concreto de una calle del pueblo y por tanto las direcciones (ángulos respecto al norte geográfico) desde sendas líneas trazadas desde aquel punto, a la cruz de la cumbre de la torre de la iglesia del pueblo y a la veleta de la torre de la Casa Consistorial de la localidad. Después he trazado algunas más, en varias localidades como Castropodame, Bembibre y recientemente en Ponferrada, entre otras, pero tomando como referencia siempre el disco solar.
Hoy en día y a través de la Red (SIGPAC, Google Maps…) hay varios modos de buscar en el suelo la dirección N-S con rigor suficiente incluso en trabajos de gran precisión, como la orientación de cuadrantes solares y relojes de sol en general. Lo comprobé aún hace escasos días. Hace ya muchos años (no sé exactamente cuántos) me acerqué hasta el paraje conocido como ‘La Peñuca’, en el límite entre las provincias de Santander y Burgos, para trazar una línea que sirviese para orientar un enorme reloj de sol que se pensaba instalar allí.
Era una labor que un grupo de veteranos mineros del Bierzo (hay datos en Internet y en la página de la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol), queríamos hacer e hicimos. No sé exactamente cómo hice el trazado de esa línea que es esencial y los apuntes que conservo de entonces no me aclaran mucho, pero años después aún hay en la Red una magnífica imagen de José Miguel Martínez, a partir de la cual, y a simple vista al menos, parece que el reloj está orientado de modo aceptable. Si no hubiese estado colocada esa enorme roca aceptablemente orientada, la fotografía de José Miguel Martínez sería diferente.
En este reloj de sol y por la noche se puede contemplar como la bóveda celeste gira en torno a un punto en el cielo, que es donde el eje de giro de la Tierra «corta» a esa bóveda. Si se observa con detalle, se ha de ver que la Estrella Polar también gira, ya que está a aproximadamente medio grado, de ese punto. Para tener una idea de cuánto es medio grado (sexagesimal) en el cielo, basta tener en cuenta que el diámetro de la Luna, visto a simple vista, es esa distancia a efectos prácticos.
Por cierto, he vuelto a revisar mis viejos apuntes de la meridiana trazada en Castropodame hace prácticamente 36 años apuntando a la Polar y al representar en un papel las posiciones de la altura y la dirección (azimut) de esa estrella, se ve nítidamente que giraba en sentido esperado (giro contrario al de las agujas de un reloj) y que describía una circunferencia de un tamaño perfectamente coincidente con un radio que oscila entre 0,5 y 1º, vamos lo esperado.
En 1988 debía ser de 0,76º. El problema es que en aquella ocasión no pretendía medir el círculo que la Polar describe en torno al Polo Norte Geográfico y por ello las observaciones sólo se prolongaron media hora escasa en el tiempo. Quizá debería repetir algún día la observación y estar varias horas. Seis por lo menos y tener en cuenta que los 0, 76º de 1988, son ahora sólo 0,6º. Hoy en día, cuando la minería del carbón berciano es sólo un recuerdo, aún quedan muchos detalles de los conocimientos técnicos que había que utilizar para el correcto funcionamiento de las labores. Entre esos detalles están muchos relojes de sol. Paradójicamente la oscuridad de la mina y la negrura del carbón han sabido aprovechar la luz del Sol.