Alcanzado el noveno mes del año, septiembre, en los estertores del estío la ciudad de Ponferrada se prepara con sus mejores galas para la celebración de sus fiestas grandes, como resultan ser las fiestas patronales de cualquier localidad española. Son jornadas festivas que sirven de nexo de unión de los pobladores de la ciudad templaria (en la década de los 60 para alguno venía a ser un pueblo grande) y bercianos que viven en la diáspora, y catalogadas como las mejores de la comarca, incluso de la cercana Villablino -Laciana- y Barco de Valdeorras -en tierras gallegas- a causa del amplio catálogo de actos a celebrar durante los días centrales 8 y 9, así como días anteriores y posteriores. Fechas que son un reclamo para «estar» y «disfrutar», en cualquier circunstancia, del sentimiento que caracteriza al berciano.
La festividad del día ocho (Natividad de Virgen María, Madre de Dios) es una de las celebraciones con mayor número de advocaciones marianas de toda la península ibérica, pudiendo citar a Nª Sª de los Llanos (Albacete), de la Peña (Cantabria), de Fuensanta (Murcia), de la Victoria (Málaga), del Coro (Donostia, San Sebastián, la Bella Easo), de Covadonga (Asturias)... Por estos lares, Virgen de la Encina, la Morenica, debido al color de la talla, una de las pocas imágenes negras que existen. Desde 1908 goza de ser la Patrona de Ponferrada y de toda la comarca del Bierzo.
Su historia nos habla que el obispo de Astorga, Santo Toribio, sería el encargado de traer dicha imagen desde Tierra Santa, concretamente Jerusalén, hasta estas tierras leonesas del Bierzo. Corría el siglo V, estuvo en la capital de la diócesis hasta las invasiones de los musulmanes, cuando en el siglo VIII, por miedo a que cayera en manos de los infieles, la ocultaran en una encina del bosque berciano, donde permanecería varios siglos. A finales del siglo XII, por unas obras llevadas a cabo en la fortaleza templaria, unos monjes-soldados de la fortaleza templaria cortando madera la encontraron en el tronco de una encina. Y allí, en el mismo lugar, le construyeron un templo que pusieron bajo su devoción. En alusión a tal descubrimiento se pasó a llamarse Virgen de la Encina, imagen que representa la Madre y al Niño.
He celebrado y vivido estas fiestas en las diferentes etapas de mi vida, desde la infancia, la adolescencia, la juventud, la adultez y de persona mayor; o los periodos de formación de la persona que hacen referencia al crecimiento físico, afectivo, social, sensorial y motor. Ausenté en la del año que tuve que cumplir el obligatorio servicio militar, en mi época, con una duración de quince meses los tres primeros, en el CIR (Campamento de Instrucción de Reclutas); los doce restantes en tu lugar de destino). El resto de mi vida, septiembre y la Encina siempre han estado ligados.
En un acto de reminiscencia y sin caer en la hipertimesia, a manera de resumen evoco a los carteles anunciadores de las Fiestas Patronales de la ciudad, los cuales han sufrido una evolución con el transcurrir de los tiempos -ley de vida-. En lo que hace referencia al texto escrito, las palabras que más se han repetido en épocas pasadas son ‘fiestas en honor a Nuestra Señora de la Encina’ o ‘Virgen de la Encina’. Alguna vez, con el texto de ‘fiestas del Bierzo’. En algunos programas, en contadas ocasiones, se pudo leer Programa Oficial del Patronato Municipal de Fiestas e incluso de Turismo. Ya en los últimos años, simplemente ‘Encina, Ponferrada, año, fecha de inicio -entorno al cuatro o cinco- y finalización - el diez u once-’.
En lo respectivo a las ilustraciones que han formado parte de estos carteles, en su mayoría han sido los monumentos más emblemáticos e identificativos de la ciudad, motivo por el cual serían la torre de la Encina, portada del Castillo o alguna de sus torres, fachada de la Casa Consistorial, torre del Reloj…, ya fuese pintura, collage o foto. Otros elementos serían una noria, fuegos artificiales, pimientos -símbolo del producto más característico de la comarca-, personajes vestidos con el traje regional o de templario, gigantes y cabezudos… y durante varios años se llevó a cabo un concurso para la elección del mencionado cartel de fiestas.
En la programación de estas entrañables fiestas, a lo largo de los años, han existido una serie de actos que se han repetido continuamente. Los pasacalles musicales a primera hora de la mañana, como primer acto de cualquier día de las fiestas, lo que se conoce con el epígrafe de dianas y alboradas. Nunca han dejado de pasar de moda los desfiles de gigantes (dos nombres, Isabel y Valerio) y cabezudos vetustos protagonistas de las jornadas festivas de la Encina. Acompañados de los sones de flautas y golpes de piel del tambor. Victoriano Prieto ‘Sapín’, el ayer; Rafael Bustos nos lleva al hoy. Cualquiera de ellos con el calificativo de tamboritero.
El acto del pregón de las fiestas del año 2008, fecha del centenario de la proclamación de la villa como ciudad, fue el motivo para conseguir reunir a un nutrido grupo de personalidades que en su momento ejercieron dicho papel, como fueron Luis del Olmo, Amancio Prada, Mercedes Rodríguez, César Gavela, Toño Criado, Consuelo Álvarez de Toledo, Mapi Galán o Miguel Rellán.
En la noche de la víspera del día grande, 8 de septiembre, la sesión de fuegos artificiales. La primera que recuerdo me lleva a la plaza de la Encina, asido a la mano de la madre. Sonidos estruendosos, olor a pólvora quemada incrustada hasta en la piedra de los arcos de la plaza, varillas caídas del cielo, juego de luces mágicas… ¡apocalipsis con la traca final! La ubicación de dicha sesión de fuegos de artificio ha tenido otros escenarios como han sido el Castillo, la ladera del río Sil, el patio del Instituto Enrique Gil y Carrasco, el entorno del puente del Centenario, etc.
La tarde del día de la Encina, el tradicional desfile de carrozas, siempre con una multitudinaria asistencia de gente de toda edad y sexo. En sus primeros años, gracias a la colaboración de empresas y entidades de la ciudad. Algunos años las carrozas fueron elaboradas por diferentes instituciones, asociaciones, pueblos o particulares de la comarca que verían premiados su arduo trabajo e ingenio con una cantidad metálica de dinero. También se ha optado por el alquiler de las carrozas por parte de la Comisión de Fiestas. En la memoria, el recuerdo del desfile de majorettes; chicas,generalmente jóvenes vestidas con chaqueta de tipo militar, sombrero, minifalda y botas altas. Durante el desfile, sincronizado y con coreografía, hacían girar un bastón metálico. En los ojos de jóvenes, adultos y algunos mayores llegué a percibir una mirada un tanto lasciva. Una de las carrozas de la comitiva iba presidida por la Reina de las Fiestas, tanto su elección como lo que su figura representaba estuvo siempre rodeada de cierta polémica dado que la joven designada pertenecía a una determinada clase social de aquella Ponferrada de los 70.
Las orquestas de las verbenas -tarde y noche- siempre gozaron de fama y prestigio, catalogándose como de las mejores del noroeste de España. En su mayoría procedente de la cercana Galicia. Punto y aparte han sido los conciertos de relevantes figuras de la música, celebrándose dichos eventos en lugares tan dispares como el interior del Castillo, patio de colegios escolares o recintos preparados para dichos actos. Antes del actual Auditorio Municipal, junto al parque del Temple. De aquellos conciertos que dejaron una huella y cautivaron a muchos de nosotros, en unos años muy significativos de nuestras vidas, cantantes de la talla de Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat, Rosana, Mocedades o Joaquín Sabina.
Antes del actual recinto ferial hubo diferentes lugares de la ciudad donde se instalaban todo tipo de atracciones como tómbolas, tiovivos, tren de la bruja, autos de choque, noria… por un lado; por otro, churros, algodón de azúcar, manzanas de caramelo, chicles bazooka, almendras garrapiñadas… Mención especial el espectáculo del circo con sus payasos, fieras -leones, tigres, elefantes-, trapecistas… Para poder asistir y disfrutar de ellas u otro tipo de eventos, ya fueran populares, culturales o religiosos, nos veíamos obligados a subir a la zona alta de la ciudad. Desde hace más de tres décadas para acá existe CIMA, la Ciudad Mágica, donde miles de niños-as disfrutan con actividades en sus talleres.
Del 30 de agosto al 7 de septiembre (en el aspecto religioso), celebración de la Novena a la Virgen de la Encina. Dos misas a destacar, la de las 8 de la mañana y la vespertina de las 20:00 horas, seguidas por una concurrida masa de feligreses, aunque con el transcurrir de los años ha descendido el número de asistentes. Celebración eucarística por antonomasia la del 8 -Día del Bierzo-, y la del día 9 -Encinina-, culmen a los actos religiosos. ¡Feliz Encina, 2024!