Fueron al menos diez pueblos: Tabladillo, Las Tejedas, Fogoso del Monte, Castrillo del Monte, Matavenero, Poibueno, Fonfría, Foncebadón, Manjarín, Labor del Rey los que sucumbieron al fenómeno despoblacional que aconteció a lo largo de las cuatro décadas siguientes a los años cincuenta. Lo cierto es que algunos de estos pueblos, situados a ambos lados del eje que vertebra el Camino de Santiago a su paso por el puerto de Foncebadón, han vuelto a recuperarse tímidamente. Así ha sido con los situados al borde del tradicional Camino de Santiago (Foncebadón, Manjarín), donde albergues y casas de comidas han devuelto la vida a estos lugares casi olvidados. En otros casos, como Matavenero, Poibueno, Folgoso y Castrillo del Monte, han vuelto a ser recolonizadas sus casas por vecinos descontentos con el modelo de vida de la Europa desarrollada, convirtiendo estos pueblos en ecoaldeas, olvidando los arraigados patrones culturales de sus antiguos pobladores.
Recorreremos el paisaje, la síntesis de un territorio, como abordando un libro que se lee con los pies. Veremos hermosos pueblos, hoy despoblados, que en su día dieron vida a gente trabajadora que consiguió modelar un paisaje bravío capaz de abastecerlos para una digna supervivencia.
Una vez abandonada la campa de La Erillina y tras recorrer unos 1,5 km de descenso, alcanzamos el punto de encuentro del arroyo de Tabladillo, que desciende desde el pueblo jacobeo de El Acebo, con el río de Las Tejedas. El lugar queda señalado con un poste de hormigón, hoy sin servicio, que en su día suministraba energía eléctrica al despoblado de Folgoso del Monte. La pequeña vega que aquí se abre fue el lugar de asentamiento del Monasterio de Santa María de Tabladillo y del pequeño poblado que se estableció en torno al cenobio.
El minúsculo poblado de Tabladillo, desconocido para la mayoría de la gente, está situado en la confluencia del arroyo de Tabladillo con el de Las Tejedas, por debajo de la localidad de El Acebo. La documentación histórica lo sitúa en torno al pequeño monasterio de Santa María de Tabladillo, que algunos historiadores citan como el lugar donde se celebró el Concilio del Monte Irago en el año 946, si bien otros se decantan como lugar de celebración del Concilio el Monasterio de los Santos Justo y Pastor en Compludo. Lo cierto es que el monasterio tuvo cierta relevancia histórica en el pasado y se recoge su existencia en variada documentación. Del pequeño monasterio solo se conserva el arco de entrada a su iglesia monacal y parte de los muros de cerramiento del edificio. Su eje principal se sitúa cercano y paralelo al arroyo de Las Tejadas y tiene una longitud en torno a los doce pasos. Después de la desaparición del monasterio quedó allí, como herencia y recuerdo, el pequeño poblado de Tabladillo, del que apenas se conservan los muros de algunas casas, las paredes de cerramiento de las fincas, y las trazas de antiguos caminos.
Una vez abandonado el lugar Santo de Tabladillo, la ancha pista, que discurría por la margen izquierda del arroyo de Las Tejadas, pasa a la margen derecha a través de un maltrecho puente de madera en dirección, río arriba, al despoblado de Las Tejedas. Aunque Las Tejedas (Texedo como se conocía durante las visitas con motivo del catastro del Marqués de la Ensenada) no se va a visitar durante este itinerario por no hacerlo excesivamente largo.
A unos 1,8 km de abandonar Tabladillo, una pista en pendiente ascendente, indicada con un hito de madera perteneciente a la señalización de la Mirada Circular, nos traslada al siguiente pueblo de Folgoso del Monte. Una vez alcanzada cierta altura, ya es posible ver la magnitud del valle y las espléndidas masas forestales que lo colonizan. Tanto el valle de la Tejedas como el vecino y gemelo valle de Paradasolana, donde se sitúa el despoblado de Castrillo del Monte, son profundos y alargados, rumbando en dirección oeste-este, y conservan unas magníficas y heterogéneas masas forestales de carácter atlántico-mediterránea, complementadas con unos excelentes bosques de galería que orlan ambos cursos fluviales.
Tras una dura subida, muy pendiente en su primera mitad, se alcanza el caserío de Folgoso del Monte, que fue despoblado en la primera década de los años setenta, poco después de sus pueblos vecinos Las Tejedas y Castrillo del Monte.
El término Folgoso parece derivar de la palabra “filictum=helecho”. El pueblo está situado en los manaderos del arroyo de la Fuente, a 1.200 m snm, sobre la ladera sur de la cumbre de El Cueto (situada a 1.311 m snm). Según el Catastro de Marqués de la Ensenada, antiguamente se conocía como Folgoso del Monte de Tabladillo, como si fuera un pueblo satélite de Tabladillo, el pequeño caserío con una gran relevancia histórica como se señaló en los párrafos precedentes. Según el Catastro mencionado, el 29 de agosto de 1752 disponía de 19 vecinos y una taberna. Su iglesia, hoy en estado ruinoso, estaba dedicada a Santa Ana.
Folgoso, según el censo del año 1950, contaba con 89 habitantes, que se redujeron a 85 en el año 1960 y a 6 en el año 1970, hasta quedar totalmente despoblado a lo largo de los años setenta.
En la actualidad el pueblo está circuido de abundantes praderías bien cuidadas, ocupadas por ganado vacuno, por lo que sigue teniendo un aprovechamiento ganadero. También, ajenos a este uso, durante la visita se observó la presencia de una chimenea humeante, el llanto de un niño y voces extranjeras, lo que delata la presencia de al menos una familia procedente, al parecer, de la cercana ecoaldea de Matavenero.
Lo cierto es que Folgoso, situado sobre un domo montañoso en el interfluvio de los arroyos de Paradasolana y Las Tejedas, no sobrevivió al éxodo rural de los inicios de la revolución industrial en el Bierzo, y a pesar de la existencia del cercano coto minero Wagner, no fue suficiente para consolidar una población estable. Hoy por su territorio pasan importantes líneas eléctricas de alta tensión, que transportan los excedentes de energía eléctrica desde la zona noroeste a la meseta castellana. Sobre su paisaje apacible persiste la amenaza de futuros aerogeneradores, que han ido sembrando paulatinamente el vecino monte del Redondal.
Desde Folgoso se asciende hasta coger la amplia pista que discurre por encima del pueblo en dirección a Foncebadón. Una vez interceptada, se continúa en dirección E unos 400 metros hasta coger un sendero situado a nuestra izquierda, entre un pinar aislado y un poste de alta tensión que se apoya justo al borde de la pista. El sendero atraviesa unas praderías, siempre paralelo a un crestón cuarcítico bajo el cual discurre una línea eléctrica. Una vez finaliza el afloramiento rocoso, aparece una pequeña mata de roble melojo que es atravesada por el antiguo camino carretero que unía Folgoso con Castrillo. Este camino nos lleva a la iglesia deCastrillo del Monte, después de atravesar varias vallinas por donde discurren pequeñas corrientes fluviales muy hociqueadas por los jabalíes.
Castrillo del Monte fue despoblado sobre el año 1965, unos años antes que el pueblo vecino más cercano, Folgoso, también con el apelativo del Monte. Posteriormente a su abandono, fue reocupado brevemente en la segunda mitad de los años ochenta para usos ganaderos. En la actualidad lo ocupan algunos vecinos que adoptan un modo de vida similar al de la cercana ecoaldea de Matavenero. El pueblo está compuesto por dos barrios diferenciados. El barrio de abajo, o de la iglesia, es el más antiguo y está situado en la confluencia del arroyo de Valdelavilla con el río de Paradasolana. El barrio de arriba está situado a la cota 1035 m snm y se proyecta longitudinal al camino que se dirige al pueblo de Matavenero, distante tan solo 3 km en línea recta.
El edificio parroquial, dedicado a San Roque, conserva sobre el mural central de la nave de la iglesia unos motivos pictóricos (cruz, roseta y reticulado, ya muy desdibujados) que representan modelos iconográficos altomedievales aunque desarrollados en época moderna y muy parecidos a los existentes bajo los encalados de la iglesia mozárabe de Peñalba de Santiago.
Aunque la luz eléctrica llegó a finales del año 1958, y en cierto modo con ella la modernidad, de la mano de las explotaciones mineras de la MSP, este hecho no fue suficiente para frenar su abandono. Por encima de la iglesia, en las cercanías del curso fluvial del arroyo de Valdelavilla, se conserva una galería minera que constituye una calicata asociada, parece ser, a los trabajos de prospección minera en busca hierro del coto Wagner, perteneciente a la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP).
Desde Castrillo hasta coger la carreterera LE-159/15, que termina en el barrio de arriba de Paradasolana (El Solano), distan poco más de 4 km. Una vez abandonado el barrio de debajo de Paradasolana (Abesedo) por la carretera en dirección a Onamio, a poco más de 700 metros arranca una pista minera a mano izquierda que va rodeando el crestón de la Cueva del Coteón, lleno de cicatrices derivadas de la actividad minera del Coto Wagner, perteneciente a la MSP. Este importante coto minero se estudiaba en los libros de Ciencias Naturales de los años setenta como referencia del patrimonio minero español. Tuvo una existencia de tan solo 30 años (desde 1952 a 1982) y, a pesar de las grandes inversiones realizadas, generó beneficios en casi todos los ejercicios de actividad.
Alcanzado el paraje del Chano Muela, el camino sigue en dirección sur, alejándonos de las canteras mineras, pasando por debajo del Teso del Riego y posteriormente por debajo de las mismas líneas eléctricas que pudimos ver en Folgoso del Monte. Tras recorrer cerca de 3 km alcanzamos el paraje de La Erillina donde habíamos iniciado este largo pero apasionante itinerario.