El grupo de trabajo del oso pardo en la Cordillera Cantábrica se ha reunido en León para poner en común las actuaciones más relevantes desarrolladas por las administraciones públicas en materia de seguimiento y gestión de la especie.
Los esfuerzos de los equipos de campo de las comunidades autónomas de Castilla y León, Principado de Asturias, Cantabria y Galicia se han reforzado en los últimos años, focalizándose principalmente en cuatro líneas de actuación: el censo de osas con crías y la recogida de muestras no invasivas para su estima poblacional mediante técnicas genómicas; la vigilancia ante posibles amenazas; la captura y el marcaje con emisores GPS, y en cuarto lugar, la aplicación de medidas de coexistencia de los osos con las personas y sus actividades.
La población de oso pardo se estima en 370 ejemplares, de acuerdo con el trabajo de campo realizado entre 2020 y 2021 y la realización de identificación individualizada de muestras no invasivas, heces principalmente.
El núcleo más importante se encuentra en la denominada subpoblación occidental correspondiente al suroccidente y centro de Asturias, noroeste de León en las comarcas de Alto Sil y Ancares, principalmente, y en la provincia de Lugo, con 250 osos. La subpoblación oriental cuenta con unos 120 individuos y se distribuye por el noreste de León, Montaña Palentina y suroeste de Cantabria.
Está previsto actualizar la estima poblacional durante el siguiente período de sexenal (2025-2030) .
Con respecto a las tareas de marcaje, desde la Junta de Castilla y León y el Principado de Asturias se han expuesto los resultados.Estos trabajos se iniciaron en el año 2021 y han logrado capturar y dotar de collares de seguimiento de precisión a 15 osos en Castilla y León y a cinco en Asturias.
La información que se está obteniendo con esta técnica "resulta de una precisión muy alta para poder tomar decisiones de gestión en lo relativo a la resolución de amenazas para los propios osos pardos, para reducir los riesgos de posibles daños a aprovechamientos económicos en el medio rural (apicultura y frutales, principalmente) y de manejo de los acercamientos de determinados ejemplares de osos a núcleos urbanos, esencialmente para alimentarse de basuras", explican.
En la reunión se han puesto en común los trabajos de condicionamiento negativo realizados por las comunidades autónomas desde la aprobación del Protocolo de Intervención con Osos en la Cordillera Cantábrica en 2019 por la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad.
Con la experiencia acumulada durante estos año, el grupo de trabajo ha considerado necesario actualizar dicho protocolo para incorporar nuevas circunstancias que van a permitir mejorar tanto su aplicación como la comunicación de las acciones realizadas.
"Ante un escenario de paulatino aumento de observaciones de osos en entornos urbanos en los últimos años, se ha convenido la necesidad de aplicar técnicas más precisas y eficaces para la disuasión de dichos ejemplares, habituados o condicionados por recursos tróficos ofrecidos por el hombre, que además estén en consonancia con el marco de protección estricta que ampara al oso pardo en España", informan.
La recuperación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica en los últimos 30 años está siendo constatable, con una población global que se ha incrementado desde los 80-100 ejemplares estimados en la década de 1990 a los 370 estimados para 2020-2021. Este aumento numérico ha llevado consigo una extensión de los terrenos habitados por el oso, para los cuáles es preciso adoptar medidas de protección del hábitat.
En consecuencia, durante la reunión del grupo de trabajo se ha debatido la necesidad de establecer un enfoque común al concepto de 'áreas críticas', sobre la base de criterios comunes que refleja la Estrategia de Conservación del Oso Pardo en la Cordillera Cantábrica, con el fin de incorporar su delimitación geográfica en los planes autonómicos de recuperación del oso pardo de manera armonizada.