La magia de los Reyes Magos siempre llega a su cita anual, pero también hay una puerta de atrás a todos esos eventos, en este caso, los residuos que quedan después de tirar, desde las carrozas, 1.500 kilos de caramelos.
La cita sí es mágica, pero la basura que deja se queda en las calles, arrojada, denuncia Proyecto Orbanajo, como es costumbre hacer. Y, de ese modo, lo que quedan son aceras inundadas de cartones y plásticos que daban cobertura a esos caramelos. Eso por no hablar del residuo que dejaron después los regalos que trajeron los Reyes. "Después se espera a que llueva para que todo quede limpito", dicen socarronamente desde Proyecto Orbanajo que también ponen en cuestión el apellido que se le coloca a la ciudad de "sostenible" rotulado en los camiones de la basura.
Una reflexión que quieren trasladar para eliminar esa "costumbre arraigada" de que la calle es un lugar al que se puede tirar la basura sin consecuencias y sin rubor.