El 'terror' vuelve a Burbia con los maranfallos

La pequeña localidad berciana revive en sus calles su carnaval tradicional en el que las máscaras terroríficas han hecho correr a los vecinos

Laura Sánchez (Ical)
01/03/2025
 Actualizado a 01/03/2025
Entroido en Burbia. | C.S. (ICAL)
Entroido en Burbia. | C.S. (ICAL)

"Maranfallín, maranfallín, cara de gatín". Con esa frase se inicia, desde hace siglos, en la localidad berciana de Burbia uno de los carnavales tradicionales más llamativos del Bierzo: los maranfallos. Figuras terroríficas que persiguen a todos aquellos que se atrevan a pasear por la pequeña localidad y que acabarán, sin duda, cubiertos de ceniza o manchados de tocino.

Este pueblo, del municipio de Vega de Espinareda, enclavado entre las montañas de la Reserva de la Biosfera de Ancares, volvió a revivir este sábado su tradición que, al contrario de lo que ha ocurrido en otros puntos de la provincia o de España, nunca se ha perdido. 

Y es que, generación tras generación, los vecinos de Burbia siguen rebuscando entre sus pertenencias para enfundarse en ropas viejas y crear máscaras terroríficas con las que salir a la calle y crear pavor entre sus vecinos. Porque la máscara es un elemento primordial que no puede faltar en todo buen maranfallo.  "Siempre hay que ir con máscara. Ahora muchos han hecho algunas de escayola, decoradas con muchas cosas. Vale lo que sea, cuanto más rara y terrorífica, mejor", explica la pedánea de Burbia, Lucía Osorio.

Se trata de uno de los carnavales tradicionales que se conservan en el Bierzo, junto a otros como el de las burras de Tremor de Arriba, que también se vivió esta tarde. Como en la mayoría de estas celebraciones, su origen es ancestral y podría remontarse, incluso, a la época romana, cuando se celebraban las fiestas ‘saturnales’. Los maranfallos se visten con ropas viejas, hojas de plantas y máscaras que producen miedo. Disfraces que simbolizan “"o peor de las personas", los demonios rurales que imponen el miedo. 

"Recuerdo cuando era pequeña subir al desván y coger ropa vieja. Se hacía una máscara con cartón o lo que fuera, pero siempre un personaje de miedo porque en eso consiste, en meter miedo a la gente, correr detrás de ellos, tirar ceniza, tocino o ramas mientras escapan", añade Osorio, quien también hace referencia a la figura de ‘O Boy’, un buey hecho con una estructura de madera, pieles y cuernos que también embiste a la gente. 

La fiesta es especialmente bonita para los niños, que desde pequeños viven la tradición con ilusión. De hecho los maranfallos infantiles suelen ser los primeros en salir a las calles. “Los niños lo viven con mucha emoción. La costumbre es que primero salgan ellos”, relata la pedánea. 

Maranfallos de verano

Aunque se trata de unos carnavales tradicionales que se viven, como es habitual, en invierno, desde hace varios años la Asociación Cultural Acebo-Burbia celebra el primer fin de semana de agosto los maranfallos de verano para que puedan participar muchas más personas. 

"Hay mucha gente que vive fuera del pueblo y en estas fechas no puede estar. Por eso se decidió hacer los maranfallos también en verano. En invierno no son tan concurridos", dice Osorio, quien recuerda que habitualmente Burbia cuenta con medio centenar de vecinos. De todos ellos, entre 10 y 20 se visten de maranfallos en invierno, aunque depende mucho de la climatología. 

En la fiesta de verano hay después paella, música y mucha fiesta para revivir una tradición ancestral que se suma a la de las fachizas, que se acaba de celebrar coincidiendo con la fiesta de Las Candelas, y donde el fuego es el gran protagonista. 

Son las dos fiestas tradicionales que los vecinos de Burbia luchan por conservar para que las nuevas generaciones sigan quemando fachizas y vistiéndose de maranfallos para aterrorizar a la gente en esta fiesta de ‘Don Carnal’, la más loca del año, antes de la llegada del periodo de recogimiento previo a la Semana Santa. 

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