Ese monasterio fundado hacia el año 635 por San Fructuoso y, junto con el Monasterio de Santa María de Carracedo, fueron los más poderoso en la comarca, en cuanto a dominios. Pero este, tal vez por su marco montañoso, quedó más relegado y consumido por las zarzas hasta las primeras intervenciones que se realizaron en él.
En 2017 estrenaba sus nuevas salas y la intención de convertirse en un albergue y centro de recepción para visitas. Para visitas ya se ha estrenado y como albergue lo hace ahora. Según informan desde el Monasterio, el alojamiento no tiene ánimo de lucro. De momento tiene 12 camas disponibles y el precio por noche es de 8 euros por persona. Este precio solo incluye alojamiento.
Los alojamientos individuales se ofrecen sólo en verano a partir de junio.Para grupos tiene que haber un mínimo de 6 personas. Para retiros, “al dejar el alojamiento sólo para el grupo las condiciones son otras”, explican cuyas condiciones serán estudiadas. El albergue dispone de baños comunes y cocina, calefacción y agua caliente y se puede acceder a élreservando en el 619 077 982.
Un futuro en el recogimiento que le bautizó
Las obras de recuperación del Monasterio, que se recreaba antes en sus propias ruinas, culminaron en 2017, de la mano de la Junta de Castilla y León y de su consejero de Fomento, Juan Carlos Suárez-Quiñones. Casi un millón de euros supusieron esas actuaciones que permitieron habilitar los espacios para construir un centro de interpretación de la zona monacal y el albergue que ahora se comienza a ofrecer.La rehabilitación del ala oriental del Monasterio supuso, en concreto,972.000 euros, con los que, además de esos dos proyectos de cabecera, también se permitían iniciativas socioculturales turísticas relativas al Valle del Silencio y al Valle de Oza, como el centro de interpretación de la Tebaida berciana.
La intención era desarrollar turística y culturalmente una zona única. Un espacio que todavía tiene mucho que decir a nivel histórico, desde las excavaciones y los hallazgos encontrados en su iglesia y que supone el punto inicial del desarrollo de la Tebaida.
El administrador de la Real Fundación Hospital de la Reina y rector de la Basílica de la Encina, Antolín de Cela, promotor de estas obras, ejecutadas por la empresa especializada Trycsa,financiadas por el Ministerio de Fomento (el 50% de la inversión), a través del Programa 1,5% Cultural; por la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León (el 40%), y el resto por la Real Fundación Hospital de la Reina, veía en estas obras el inicio de la recuperación de este espacio. Consideradocuna de los monacatos y sede eremita, cuenta con salas de 20 metros cuadrados que podrían contener seminarios y habitaciones para estancias temporales.
En esa intervención se rehabilitan casi 800 metros cuadrados, respetando la preeminencia de la iglesia.
Además, en 2020 se añadió otra obra más, la de las arquerías del claustro reglar, con un importe de 25.047,79 euros, que financió la Dirección General de Patrimonio, a través de la Delegación Territorial de León.
El Monasterio fue declarado Bien de Interés Cultural el 3 de junio de 1931 como parte de los monumentos más relevantes de la provincia. En mayo de 1995 se declaró el entorno de protección del mismo que incluye la totalidad del núcleo urbano de Montes de Valdueza.