18/12/2021
 Actualizado a 18/12/2021
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Qué ganas de disfrutar de un fin de semana tranquilo, tras la pesadilla vivida en mi casa el domingo a costa de la huelga de juguetes. Estaba todo ya pactado y habían garantizado respetar unos servicios mínimos, pero al final los piquetes hicieron de las suyas. Los piratas de Playmobyl se pusieron farrucos impidiendo a las Barbies ejercer su derecho a jugar. Menos mal que al final llegó un grupo de Bellys y pusieron calma en la disputa.

Fíjense si me dejó marcado este asunto, que este jueves mientras me dirigía a Valladolid para participar como tertuliano en ‘Cuestión de Prioridades’, barruntaba la idea de aprovechar la presencia del secretario de Acción Sindical de UGT en Castilla y León para preguntarle su opinión sobre las acciones tomadas por el sindicato de los juguetes. Eso sí, el placer de conducir por la nacional de León a Valladolid, disfrutando de la arquitectura de todas las localidades por las que transcurre el trayecto, hizo que sin darme cuenta estuviera sentado en el estudio de La 7, donde entré como Pedro Lechuga y salí como Pedro ‘El irónico’.

La ironía me parece el mejor antídoto para sobrevivir a la mediocridad reinante en nuestra sociedad. Por esta razón, mi ironía y yo siempre solemos caminar juntos allá donde vamos. Uno de los puntos tratados en la tertulia fue el papel de los partidos localistas, tras las disputas vividas entre Por Ávila y el gobierno de la Junta para que los abulenses dieran su apoyo a los presupuestos a cambio de un botín determinado. Hace ya tiempo que en nuestro país la línea que separa la negociación política del chantaje se ha borrado de tal manera que estamos ante un escenario repugnante, donde el interés general es pisoteado por intereses de ciertos territorios.El individualismo territorial en política ha llegado para quedarse. El éxito durante décadas de ciertos reinos de Taifas ha generado un caldo de cultivo que nos lleva a la situación actual. Eso sí, con la complicidad inestimable de los partidos tradicionales y mayoritarios, cuya ineficiencia y mala gestión política nos han traído hasta aquí.

Hablando sobre este tema y tras tirar algunos aldabonazos de ironía, el director del programa José Luis Martín me rebautizó, creo que acertadamente, como Pedro ‘El irónico’. Y mientras volvía a casa por la N-601, a la vez que pensaba si este título concedido en Pucela tendría validez en el Reino de León, elevaba mis plegarias al Dios de los juguetes para que a los Pinypon de mi hija no les diera este domingo por manifestarse por no haber sido todavía vacunados.
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