Mientras el Ayuntamiento de La Pola de Gordón convierte en realidad su “firme voluntad”, reiterada por el alcalde Francisco Castañón de hacerse cargo del Pozo Ibarra, que previsiblemente será cedido por el administrador concursal de la Vasco, la Junta recalca que esa asunción de la titularidad es condición imprescindible para volver a poner sobre la mesa las posibles actuaciones a llevar a cabo, años después de paralizarse -tras la entrada en concurso de acreedores de la compañía- el plan inicial de medidas previstas para su puesta en valor.
El asunto depende directamente de la Consejería de Cultura y Turismo que, hasta que no haya un titular concreto de este espacio, no un administrador concursal como ocurre ahora, no se plantea actuar. Eso sí, de forma paralela y en tanto se consuma esa 'toma de posesión' pendiente por parte del ayuntamiento gordonés, desde el Servicio Territorial de Cultura se ha encargado la elaboración de unas fichas de diagnóstico; es decir, un listado que recoja las tareas más urgentes que se deberían acometer si finalmente se decide apostar por el Pozo Ibarra y dedicarle las inversiones oportunas.
Los fondos que, por otro lado, pudieran llegar de la Administración central para potenciar el desarrollo económico de las cuencas mineras y la creación de empleo alternativo tras el cierre de las explotaciones y que todavía no han sido concretados, también podrían tener como destino, en ese municipio, la recuperación de ese patrimonio industrial que complementaría para el visitante los atractivos de una localidad que en este momento tiene en el Faedo -un bosque de hayas centenarias muy próximo al castillete- su principal reclamo turístico.
La historia
El libro de actas que alberga el archivo de la Fundación Hullera Vasco-Leonesa recoge que el 20 de diciembre de 1996 “sobre las 10 horas se echó la planchada de hormigón F-175, 12 metros cúbicos, en el brocal del Pozo Ibarra". Se intentó dejar constancia del hecho sobre el hormigón, al no ser posible, se puso una chapa anclada en el mismo en la que dice: ‘¡Gracias por tu fruto! Recordando los que se quedaron para siempre contigo’. Es el testimonio de la clausura de un centro de producción emblemático de la Sociedad Anónima Hullera Vasco Leonesa declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2011, en la categoría de conjunto etnológico, que permaneció operativo desde su apertura en 1930 hasta el arranque de la nueva mina de la empresa y que lleva el nombre de Francisco de Ibarra, nombrado presidente de la compañía ese año sucediendo a Pedro Mac-Mahón.
El castillete es el elemento más llamativo. Se trata de una estructura metálica de 31,5 metros de altura y 60 toneladas de peso, considerada una obra maestra de la ingeniería y un testimonio singular de una época. Consta de una torre en forma de paralelepípedo con cuatro columnas de hierro y dos más de apoyo para compensar la fuerza del tiro de la máquina de extracción. Los tramos de las columnas se unen por cartelas de chapa, todas ellas roblonadas. Desde diciembre de 2013 el conjunto industrial del Pozo Ibarra aparece en el apartado de Patrimonio Civil e Industrial de la Lista Roja de la Asociación Hispania Nostra, que subraya que se encuentra en proceso de desmantelamiento.