"El tractor atropelló al carro y lo mató. Y también al carrero, que se quedó sin trabajo". La frase es de un viejo reportaje de La 2 sobre viejos oficios y la pronunciaba un carrero de Zamora que viene a cuento porque define a la perfección lo ocurrido con este viejo oficio, ejercido por ‘grandes’ de la carpintería, la forja, la paciencia... que de todo necesitaban.
Fue este un oficio de maestros artesanos que murió no por falta de ellos, aunque no eran muchos los que lo ejercían, sino por desaparecer los carros de nuestros pueblos con la llegada de los tractores, que los atropellaron, y quedaron para museos, corrales de nostalgia y adornos de todo tipo.
Nuestro Fernando Rubio guarda en su archivo fotografías de uno de ellos, cuando aún mantenían vida, en 1973, sobre ‘El carretero de Val de San Lorenzo’, tierra de tradición arriera, lo que le daba aún más presencia. "Pero éste ya era el último de la comarca pues no quedaban ni los ecos de la arriería maragata que tanta importancia había tenido para el transporte entre Galicia y Madrid de todo tipo de artículos y valores.El Ferrocarril había conseguido eliminar la barrera del tiempo (el viaje duraba 20 días desde Madrid a La Coruña a una media de 30 kilómetros por día en carro) y aunque no estaba del todo concluido había bajado a menos de 3 días (70 horas), ya en 1876".
Escribe Fernando ‘el carretero’ y otros mantienen el carrero, que es el nombre más habitual en nuestros pueblos, hasta hay matices: "Carrero es el que hace carros y carretero el que transporta en carros", pero Rubio señala la autoridad de lo oficial y acude al diccionario de la RAE: "Dícese ‘carretero’ al fabricante de carros y carretas".
"No tercio en el debate pero aclaro, he utilizado carrero en el titular por ser de tendencia más rural que académica y, sobre todo, por pequeños secretos del oficio periodístico, pues carrero es mucho más corto y entra en el titular del reportaje, carretero me obligaría a buscar otro". Sin secretos.
El caso es que Fernando Rubio ya hablaba en 1973 del último de aquella comarca y siguiendo los viejos reportajes vemos cómo se repite en sucesivas noticias lo de "el último carrero..." y tristemente es verdad.
Pocas semanas después de salir La Crónica de León (el 28 de julio de 1986) publicaba Miguel Ángel Castañón en la última página la historia de ‘El carrero de Otero (de Curueño)’, el más famoso y valorado de aquella comarca y otras muchas, por su calidad ("el mejor de su oficio", llega a decir Castañón) y también por ser Ricardo Fernández uno de los tipos de más agradable conversación: "Tengo mucha pena, porque soy viejo y rico. Dispongo de dos bancos: uno para estar sentado y otro para tumbarme cuando me duele el espinazo y los encuentros. A veces los dolores me flojan cuando bebo un poco de vino", le decía este ‘último carrero’, ya jubilado del oficio entonces y fallecido en 2009.
Tenían los carreros muchos prestigios pues no era nada fácil su oficio, había que manejar muy diversas técnicas y herramientas, ser muy fino y preciso, armarse de paciencia y ciencia. "Tres meses es la duración media en hacer un carro, pieza a pieza para ir ensamblándolas al final".
Tres meses venía a ser la duración media para hacer un carro, pieza a pieza y ensamblarlas todas después, al margen de haber dejado secar la madera años, cortarla en menguante... Del citado reportaje tomo solamente algunas de las frases del carrero, en el inicio del trabajo y donde ya se intuyen la cantidad de complicaciones que llevan hasta los tres meses una obra de artesanía que más bien es de arte. "Yo suelo empezar por el cilindro central en el que se encajan los radios pues es un trabajo complicado y me gusta cogerlo con ganas. Saco el cubo central, hecho de madera de fresno, lo voy trabajando, desbastando, lijando, hasta el cilindro central donde después irán encajando los radios, hacer los 16 agujeros y que encajen perfectamente es muy importante. Es fundamental que la madera esté bien seca, en la mayoría de los casos de varios años. Y cortada en menguante" . Con una curiosa y artística explicación para esta tarea de ajustar bien: "Si está bien hecho, bien ajustado, canta bien y ayuda a la pareja de ganado a tirar más animada".
Y así — a base de gubia y formón, azuela y garlopa, barreno y compás— ir dando forma a cada una de las piezas de esta verdadera obra de arte, en sus diferentes modalidades y tipologías pues, como nos recuerda Fernando Rubio. "Se construían diferentes tipos de carro, en función del uso que tendrían posteriormente, así como del número de animales que tiraría de ellos. Hacían carros de varas o de yugo y, dentro de esta división, podía haber carros con caja, o sin ella. Por ejemplo, los carros que se hacían para el transporte de troncos de madera eran carros sin caja".
Así, hasta que se motorizó el campo y atropellaron a carros y carreros.
"El tractor atropelló al carro y mató al carro y al carrero"
El carretero del Val de San Lorenzo (1973) es el recuerdo que hoy recupera Fernando Rubio y que es a su vez memoria de un oficio perdido pues han desaparecido los carros
05/06/2023
Actualizado a
05/06/2023
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