Casi todo el mundo piensa (o dice) que León está en coma profundo y en una situación difícil de revertir. Siento discrepar. Más bien, creo que la mirada que se aplica es miope (no ve bien a lo lejos), estrábica (no enfoca correctamente el problema) y astigmática (distorsiona la realidad).
Item más: mi sensación es que existen muchos más enclaves en España que están en la misma o peor situación. ¿Chequeamos Cuenca, o Zamora, u Orense, o Soria, o Teruel?
Los enclaves prósperos, en general, son aquellos con iniciativas de capital inversor (monetario y humano) y empresarial combinadas con la disponibilidad de recursos naturales y de conocimiento. A ello le unimos la dosis necesaria de creatividad e innovación (en productos, servicios, procesos y metodologías). Y León fue un enclave muy, pero que muy, próspero que ha ido apagándose. Veamos por qué. Y no. No tiene nada que ver con nuestros vecinos. Tiene que ver con nosotros mismos y con el sistema imperante impuesto en nuestro país y en la vieja y artrítica Europa.
El sistema que nos han creado, que secuestra al ciudadano, al innovador y al empresario, es totalmente contrario a lo citado en el párrafo anterior: abandono de los sectores primarios (agrícola, ganadero, pesquero, agroalimentario, forestal) y algunos secundarios (minero, energético, industrial básico); el acoso al Turismo. Todo muy de León. Todo bajo falsas argumentaciones envueltas en vistosos envoltorios rimbombantes: sostenibilidad, ecología, transición energética, resiliencia y no sé cuántos mantras más inventados dentro de agendas que diseñan quienes, manejando todos los resortes, sólo buscan su beneficio económico, la anestesia social y la alienación del individuo preparado y con iniciativa.
Mientras tanto, nos fastidia que a otros les vaya bien y deseamos que dejen de triunfar para que nos acompañen en nuestra queja. Queja que dirigimos, pidiendo ayuda y apoyo, a aquellos que no son capaces de dirigir con acierto el sistema. Si esa capacidad no les adorna para impulsar a la sociedad y a los ciudadanos, ¿de verdad creemos que van a resolver nuestras dificultades? Nuestros problemas tenemos que resolverlos nosotros con nuestro impulso decidido: educación, conocimiento, población (sí, tener hijos), inversión y no pensar sólo en hacer caja para dejar que un tercero ajeno se beneficie de un incipiente éxito.
¿Que cómo puede ser esto? Un pequeño ejemplo: un paseo por Algadefe de la Vega, a la cabeza de España en ganadería bovina y ovina. A la contra de las tendencias y luchando frente a quienes sólo piensan en seguir coartando el sistema; en seguir amedrentando a la sociedad y aplicando políticas de precios y cupos a su antojo; ideando fiscalidades saqueadoras de la riqueza de empresas y ciudadanos, normativas y cantinelas cada vez más abusivas; manejando los resortes de los mercados en función de no sé qué políticas e intereses que ni ellos entienden pero que cubren los intereses de quienes de verdad manejan la situación allende nuestras fronteras.
Como el ejemplo citado, hay más en León: tecnología, biotecnología, farmacia, agroalimentación, turismo. Y créanme, los que triunfan son los que lanzan esas apuestas. Eso sí son apuestas. Y en nada dependen de los ‘gestores’ del sistema, cuya única misión debería de ser facilitar las iniciativas, apartarse y no estorbar.
Hace pocos días nos hemos vuelto a topar en León con nuevas y grandilocuentes ‘iniciativas’ (tras cantidad de grandes fiascos) impulsadas por… los sindicatos de siempre, los agotados partidos políticos. ¿Y todavía hay alguien que se lo cree? Dan ganas de echarse a llorar, ¿no creen? ¿Otra ‘mani’ y a casa?
No perdamos el tiempo ni las oportunidades. Necesitamos personas (lo del talento es otra moda…) formadas en una gran Universidad que integre la investigación con las iniciativas empresariales. Necesitamos dejar de pensar en quién va a venir a salvarnos y empezar a presentar nuestras iniciativas a quienes disponen de recursos. Podemos convencer a grandes compañías de que podemos desarrollar grandes proyectos. Debemos de rebelarnos contra quienes pretender hacer ver que hacen, pero no hacen nada porque ni saben ni pueden.
En definitiva, levantarnos como sociedad ante un sistema que está contra todas nuestras fortalezas y contra todos nuestros recursos. Luchar y demostrar que somos capaces de casi todo. Nos costará tiempo y sudor, pero acabaremos removiendo la rémora que nos atenaza. Y esto no sirve sólo para León. Les sirve a todos aquellos enclaves que, de verdad, quieran implicarse en la reversión de nuestras actuales carencias. Ni es fácil, ni es rápido. Nuestra vida es corta y, lo destruido en décadas, décadas llevará volver a levantarlo. Y ahí, en esa metamorfosis, sí que volverá el León próspero. El León de altura de miras, el de la generación de recursos, de gentes y de ganas de vivir. El León que se olvidará de las quejas y de aquellos que nunca quisieron, en el fondo, volver a una sociedad orgullosa de sí misma por su presente y su futuro, y no sólo por su pasado histórico. El León orgulloso de formar parte de una gran nación, que es España, y ser un engranaje de peso en su funcionamiento.
Sí. Ya sé que muchos pensarán: todo esto es imposible. Pero seguirán sin mover un dedo.
¿Imposible? Pónganse unas gafas que corrijan la miopía, el estrabismo y el astigmatismo y verán cómo la cosa pinta de otro color.
Impulso y apuesta por León y todas sus comarcas. Y por todos aquellos lugares en España que estén dispuestos a luchar por cambiar esta triste situación y triunfar en el empeño.