Construida en 1989, la bodega de Prada a Tope sigue el legado del Señorío de Canedo. El Palacio de Canedo es un edificio histórico que siempre estuvo relacionado con el cultivo del vino, y en su bodega albergaba alrededor de 32.000 litros, aproximadamente, hace tres siglos. José Luis Prada se decidió por recoger ese testigo. Con quince años se puso a trabajar en el comercio familiar al que rápidamente fue dando su toque personal, haciendo de su tienda en Cacabelos un lugar de referencia en el noroeste.
En total, Prada a Tope cuenta con 30 hectáreas de viñedo propio, todas ellas en la localidad berciana de Canedo, un territorio que tiene solera desde tiempos inmemoriales. La uva cultivada se transforma en vino mediante el autoabastecimiento, y es que no utiliza uva de otros viticultores. Son viñedos trabajados conforme a la agricultura ecológica de los que resultan, por tanto, vinos igualmente ecológicos con su correspondiente certificación.
Como sucede en otros territorios del Bierzo, en Canedo existe una heterogeneidad muy grande, con distintos parajes que obligan a individualizar el viñedo. En ellos se elabora una gran cantidad de referencias, tratando de adaptarlas a las peculiaridades de cada zona: desde godellos jóvenes hasta otros de viña singular como el San Martín Godello. Este último significa una apuesta muy fuerte desde hace unos cuantos años y está caracterizado por una guarda de larga crianza, pues envejece durante un año en barrica y otros dos más en botella para poder ser sacado al mercado después de tres años de crianza total. Es uno de los vinos abanderados de la firma.
Prada a Tope también elabora claretes, recuperando la tradición local de unir blanco con tinto, y un maceración carbónica, uno de los pocos -o el único- de este tipo que se puede hallar en el noroeste del país. Se trata de un vino sincero en el que se otorga todo el protagonismo a la propia uva, sin la existencia de adornos. Son ya 33 años los que se lleva elaborando que confirman que la difícil apuesta que se realizó en su momento es todo un acierto.
El Prada Selección es otra de las elaboraciones reconocidas de la casa, una elección de los parajes que cada año destacan sobre otros, y como vino de viña clasificada, destaca el Picantal. Seguramente la viña más icónica de la firma, se halla a 800 metros de altitud sobre un suelo arcilloso que tiene las horas de luz limitadas por la orografía y que, por tanto, tiene una maduración mucho más lenta que el resto de los parajes del Palacio de Canedo. Esta mencía se cría durante un año o un año y medio en barrica para después salir al mercado.
Todos ellos son vinos «sinceros y honestos», según describe el enólogo de Prada a Tope, José Manuel Ferreira, que «siguen la línea de las cualidades que nos caracterizan». De este modo, «ponemos nuestro granito de arena y sumamos sin hacer ruido y sin querer otra cosa que no sea elaborar vinos que hablen de este territorio histórico en el cultivo de la vid».
Llegó el vino nuevo
Como es tradición cada año, el pasado 9 de noviembre se celebró en el Palacio de Canedo la fiesta del vino nuevo, el Prada Maceración 2024 de Prada a Tope, un evento en el que no faltaron las castañas asadas, los productos del Bierzo y la música para celebrar que ya está aquí el primer mencía de la nueva añada.
Se trata de un vino elaborado por el sistema de maceración carbónica en el que las uvas permanecen unos días en racimos dentro de las cubas para empezar la fermentación y después pasar a la extracción del mosto para continuar con el proceso. Aunque la granizada caída en junio hizo un gran daño al viñedo, recogiéndose un cincuenta por ciento menos de producción, este Maceración nace cargado de fruta, fresco y con una redondez que sorprende teniendo en cuenta que se inició su vendimia el dos de septiembre. Una Mencía que luce con toda su expresividad y potencial.
Este vino es un Denominación de Origen Bierzo con etiqueta de Vino de Villa, lo que garantiza que toda la uva proviene del término de Canedo. Además, porta la contraetiqueta de la Agricultura Ecológica, lo que lo hace todavía más exigente en el cuidado del viñedo y de la elaboración, y en el placer de degustarlo. Como siempre, la etiqueta recuerda un árbol autóctono del Bierzo que forma parte del Bosque Didáctico de la Fundación Prada a Tope, en este caso el elegido ha sido el alcornoque.
La Navidad, con un Xamprada
Ahora que las fechas navideñas ya se encuentran a la vuelta de la esquina, Prada a Tope ofrece el Xamprada para saborearlas, un complemento ideal espumoso, festivo y de calidad que cuenta con una gran tradición de tres décadas a sus espaldas y se elabora con godello y algo de chardonnay en el caso del blanco, y con mencía en el caso del rosado. Es un vino serio que ha abierto su camino en el mercado con la profesionalidad y la honradez necesarias para que se convierta en un fiel reflejo del territorio que le ve crecer.
El Xamprada es el primer vino de su estilo que se elaboró en el Bierzo. Estaba en la mente de José Luis Prada desde que se hizo con la propiedad del Palacio de Canedo, de ahí que la finca que rodea el monumento fuera plantada en casi un cincuenta por ciento con la varidad chardonnay, con el fin de que acompañara a la autóctona godello. El distintivo que hace diferente a este espumoso está precisamente en el godello, la varidad blanca más característica de la comarca. El godello se ensambla con el chardonnay al 50%, compaginando la chispa y la frescura de los vinos blancos del Bierzo con el cuerpo del chardonnay.