"De mi relación con la fotografía lo mejor que me ha pasado son las personas, encontrar grandes amigos que me han ayudado, que me han alentado, que me han motivado, que me han aportado, que han hecho que sea mejor persona y que disfrute más de mi pasión…” (Carmen Coque, fotógrafa)
El nombre que hoy traemos a estos senderos artísticos que llevamos semanas recorriendo es el de una fotógrafa que aunque recién llegada al mundo artístico de la imagen comienza a sonar con fuerza en el panorama de nuestra provincia. Con presencia en diversas muestras de los últimos meses, quizá lo más llamativo de la misma haya sido alzarse con el premio del IV Concurso de fotografía «Día Internacional de los museos», el pasado mes de mayo, fotografía dentro de la fotografía, una obra de la que el jurado destacó la perfecta simbiosis de personajes en «un instante de inusitada comunicación entre el visitante de museo y las obras expuestas mediante un aparente cambio de papeles, sugiriendo la posibilidad de que sean éstas quienes observen al observador, interviniendo todos en una conversación común» y que durante un año podemos disfrutar ya en el Museo de León. Con este premio Carmen Coque (León, 1970) se convierte en una de las aún pocas mujeres artistas cuya obra pasa a formar parte de colecciones institucionales (en este caso la del Museo de León). Fotógrafa en blanco y negro, exclusivamente, nos muestra su obra tal cual es captada por la cámara sin ser tocada por programa de edición por ordenador alguno, para lo que se esmera en buscar el máximonivel técnico de luz, imprescindible en todo trabajo en blanco y negro. Y si llegó al mundo fotográfico hace apenas cuatro años, no hace más de un año que comenzó a mostrar en público sus trabajos, trabajos que muestran momentos únicos en los que también la reflexión sobre el momento está presente. Esta diferencia temporal viene dada por el hecho de que Carmen Coque, educadora de vocación y oficio, siente mucho pudor en lo que a mostrar su trabajo se refiere y más aún cuando la consideran fotógrafa o artista, pues para ella la fotografía «es más una pasión, una forma de vivir, de ser y de estar» que le permite tomar conciencia de su aquí y de su ahora, encontrando en cada cosa, en cada persona que fotografía, un motivo de aprendizaje, de reflexión, también de humanización a través del acercamiento que hacia lo fotografiado siente cuando mira a través de la cámara.
Esta fotógrafa, que se nos muestra un poco en cada una de las obras que nos ofrece, discurre en un tándem perfecto entre la enseñanza, su gran vocación, y el arte que desde niña la fascina. Acérrima defensora del papel que este último tiene en la formación de personas críticas, trata de alentar en sus alumnos ese espíritu al tiempo que la capacidad creativa de cada uno de ellos, aspectos ambos que les permitirán –a su entender- desarrollarse al máximo como personas capaces de ser y estar en el momento y el lugar que les ha tocado, porque está convencida de que «el arte crea espíritus críticos hacia lo que vemos, pero sobre todo hacia lo que cada uno somos», algo muy importante e imprescindible en nuestra evolución como seres humanos. Esa creencia comienza aplicándosela a sí misma, y es por ello que se muestra muy crítica con lo que hace, buscando siempre una intencionalidad, un diálogo interior que le permita sacar lo mejor de ella misma en cada fotografía donde pueda reconocerse, y en ese auto-reconocimiento es donde entra precisamente el hecho de fotografiar en blanco y negro, «mi forma de mirar», nos dice, la que potencia en ella cada imagen recibida del exterior y que pasa así por el tamiz de su propia consciencia.
Llegada al mundo fotográfico después de haber visto cientos y cientos de fotos, no puede concebir su práctica personal de otra forma que no sea el blanco y negro y piensa su obra como una forma de mantenerse unida al mundo, al pasado, al presente y al futuro que no puede imaginar sin verse con su gente y haciendo fotos. Del pasado, es capaz de reconocer en cada una de ellas lo que fue cada momento, a pesar de que algunas de las personas fotografiadas ya no estén y los lugares a los que se vuelve ya no sean los mismos en ningún sentido.
Carmen Coque ha convertido la fotografía en su forma de expresarle al mundo lo que es y lo que siente, especialmente a sus hijos, en un lenguaje propio que no puede alcanzar con las palabras y siente que es la forma en la que podrá trascender en la vida para la gente que más quiere. Admiradora profunda del arte en cualquiera de sus formas, intenta superarse a sí misma día a día, aprender de cada persona que crea, consciente –dice- del largo camino que le queda por recorrer y que la ilusiona tanto. Dejémonos contagiar por ese mismo espíritu y descubramos lo mucho que tiene que contarnos a través de su blanco y negro.
Expresividad en blanco y negro
Carmen Coque, ganadora del premio del IV Concurso de fotografía ‘Día internacional de los Museos’ el pasado mes de mayo, expondrá sus obras en el Museo de León durante un año
03/07/2018
Actualizado a
19/09/2019
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