Un viejo grito futbolero, de Los Pedrines tal vez, del bombo de Duviz también, jaleaba la grada: «¡Alza el rabo, León!». Lema que, como tantos otros, acabó saltando a la calle.
El domingo se volvió a mostrar, con otros que significan lo mismo, por las calles de la capital, miles y miles de leoneses nuevamente, de trás de las pancartas, detrás de los anhelos, ante las barreras de los olvidos, justo unas horas después de haber perdido otra vez cientos de paisanos que se fueron, que se tuvieron que ir a otras tierras.
Día de paradojas. Los leoneses claman, el ministro inaugura una macroestación en otro lugar, en el mismo de siempre.
Día de paradojas. Aquellos que desde Valladolid tienen una deuda esataban allí para decir que la pague Madrid. Aquellos que desdeMadrid tienen otra deuda, o la misma, estaban allí para decir que la pague Valladolid . ‘Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?’
¿Y los sabios de guardia?, tertulianos les llaman. Repiten hasta la saciedad palabras de esas que llevan en su google de bolsillo, una y otra vez la independencia de León.
¿Independencia de qué, de quién, para quién?
Que volvemos a cerrar con la misma frase de casi siempre cuando ponen la mirada sobre nosotros: «Pa habernos matao». En ello están.