El famoso argayo del Huerna, el de la sorna de los asturianos, hizo recordar a todo el mundo que existía una cosa que se llama el Puerto de Pajares. Es curioso comprobar cómo lo ven desde la tele o cómo lo hacen los lugareños que viven en las estribaciones de las dos vertientes, los que han sufrido aquellos tiempos en los que el histórico Puerto que nos une (no lo dudan los habitantes de estos pueblos) se convertía en muchas ocasiones en un argayo de veinte kilómetros. Y, sin embargo, seguían haciendo vida en común.
Hablaban en el bar de los recordados Galgos de Pajares —Gelito, Saso, Chuso, Chusco, Goyo de Lena, Villa o Belarmino el de Rodiezmo—que iban y venían con sus esquís de fondo; de los panaderos que entraban sobre metros de nieve, de los médicos que no dejaban de acudir al último rincón... y mientras tanto, desde Campomanes, llama Pope porque le tienen allí retenido «porque igual acaba nevando».
- Dicen que vuelva por Cantabria.
- Mejor por Algeciras, que lo coges más ‘a derecho’ para subir.