Decían los clásicos, «en cuanto le vio... dijo macho». Y en cuanto abrí esta imagen dijeros tres: «Chirucas». Tuve la buena idea (más bien truco) de ponerme a escribir en el bar, que es la mejor forma de hacer comunal lo que debería ser trabajo propio. La empresa lo entenderá, un día como hoy es el más apropiado para reivindicar el sistema concejil.
Todos se asoman a la ventana de la pantalla y al ver la imagen nadie duda: una chirucas. Y se abre el debate que propicia la frase que nunca falta, y que es la misma que se utiliza para las madreñas, las zapatillas de felpa, los chanclos, las botas de goma...: «No hay calzado como las chirucas».
En el elogio de que «valen para todo» no falta el recuerdo de aquel largo debate antes de un partido de las fiestas contra el eterno rival del pueblo de al lado: «¿Se vale jugar con chirucas?». Vaya por delante, no hubo acuerdo, y el equipo de casa es el que decide que no van a venir los de afuera a poner las normas.
La siguiente controversia también es esterna: «Ya no se fabrican», dicen los nostálgicos mientras los más modernos miran Internet en el teléfono e informan que todavía se fabrican, que son mucho más modernas que las de la foto, que incluso las hacen de gore-tex.
- Pues si son de gore-tex, no son chirucas. Y punto.
Sólo le faltó añadir aquello de «ya os vale la tontería».