Se respira otro aire en los pueblos que conservan y cultivan alguna vieja tradición vinculada a la vida comunal, a la necesidad de colaboración, a la participación del paisanaje, al orgullo de la celebración como la hacían los padres y los abuelos y todos los que un día vistieron los trajes que se conservan en aquel arcón del desván que huele a alcanfor cuando lo abres una vez al año para revivir la celebración.
Son pueblos y, a su vez, la Universidad Autónoma (o la Complu, si lo prefieres) en la especialidad de Enredabailes .
Se respira otro aire pues el carnaval, los antruejos, las mascaradas, las romerías, los teatrillos de comedias, los guirrios, los zafarrones, los jurrus y hasta las procesiones de los amortajados obligan a mantener la colaboración, el espíritu de grupo, siempre hace falta un coplero o una directora que impulse y anime.
Y todo el año tiene días para que no se pierda la tradición.
Los chavales que se van matriculando en las aulas de esta Autónoma de Enredabailes, a los que van sumando en sus casas, cosiendo sus trajes, escuchando sus historias, aprendiendo sus bailes saben, desde el primer año que salen a la calle, que ya son portadores de algo que ellos hoy no entienden y mañana les hará catedráticos de aquella tradición que les obliga a revivir, contar y trasmitir cada año.