La expresión se repite con frecuencia cuando los que venimos de los tiempos de la uniformidad y el orden obligado reparamos en la variedad de las cabezas:rapadas, a rayas, con boina de pelo, con cresta, con rastas, trenzas... y enorme diversidad de colores. Es inevitable que a alguien se le escape lo de «¡cómo están las cabezas!».
Igual creen que era mejor la uniformidad. Aunque no es menos cierto que esta enfermedad tiene una cura fácil. Poco tiempo después de lanzar al viento lo de «¡cómo están las cabezas» entra por la puerta un nieto que viene de la peluquería y se desata el momento de recular y empezar a entenderlo: «Ahora se lleva así, es lo que hay».
Es el viaje de la barbería a la peluquería, del barbero al esteticién. Me lo explicó con hechos un veterano barbero, de los del sillón que da vueltas y echarte agua con un botellín de spray de agua...
- ¿Tiene sitio para cortar?
- Pase ¿Se lo corto como siempre?
- Venga. Manos a la obra.
Sacó la tijera, incluso la navaja de los tiempos de «se corta el pelo a navaja» e hizo su faena. «Ya está», dijo sacudiendo los pelos del babero azul.
- Perfecto, pero no entiendo lo de se lo corto «como siempre» pues es la primera vez que vengo.
- Como siempre lo corto yo.