Dos caras y una bicicleta

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
14/05/2024
 Actualizado a 14/05/2024
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

Ahí tienes las dos caras del turismo en el lugar que llaman más emblemático de la ciudad (con el permiso del Barrio Húmedo, que ése camina por otro carril).
De un lado de la verja está el más tradicional y repetido, el clásico y organizado, el del hotel, el autobús y el desayuno. Un guía repite cada día las bondades de una ciudad y su Catedral, la más bella entre las bellas, la de las vidrieras más celebradas con vistas a una plaza en la que hacerse unas fotos, bien con el templo como telón de fondo, tal vez sobre una de las letras que dicen León o poniendo las manos en la escultura con la que el bueno de Johny homenajea a los constructores de Catedrales. 
Los turistas van acumulando bellezas en sus retinas, desbrozando entre tantos elogios qué templo es el mejor, que plaza la más bella, que ciudad tiene más historia. 
Al otro lado de la verja aparca la otra forma de entender el turismo. Con una bicicleta y un petate basta, la libertad y el libre albedrío quieren convivir con la belleza y la historia y ahí sentado a su lado podría escuchar al guía, como receptor pasivo, pero no parece que sea su forma de entender el viaje. 
De un lado muchos juntos, organizados.
Del otro lado una bicicleta, un petate y todo lo que representa.
Elige el lado que quieras. Todos los caminos conducen a la Catedral. 

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