No sé si conocéis la anécdota del «criado de las vacas» de Juanita la de Pontedo que le «echó raíces». Ya sé que creéis que el realismo mágico lo inventaron García Márquez o José Luis Cuerda en ‘Amanece que no es poco’ pero a Juanita aquel hombre le echó raíces. Es lo que hay.
¿La explicación?No sé si es muy científica, pero hablamos de realismo mágico y, además, era la que daba la propia ganadera de Pontedo, que también era mesonera: «Lo que pasó, que también ocurrió (ella lo contaba así),es que aquel criao era muy vago, vaguísimo, y de vago que era se le olvidó lo que es p’alante, y cuando se te olvida lo que es p’alante se te acaba olvidando lo que es p’atrás. Ysi se te olvida lo que es p’atrás y p’alante te quedas quieto y como llueva... pues echas raíces».
Y aquel año también llovió.
Viene la cosa a cuento de que se nos está olvidando lo que es p’atrás y vamos a acabar echando raíces si seguimos el silogismo en Juani. Ahí tienes la imagen. Se nos olvidaron, las tiramos a la basura, las viejas cocinas que llamaban ‘la bilbaína’ y ahora ¿qué hacemos con toda la madera, cartón, plástico y todo lo que cada día nos sobra? Pues un sindiós, que si orgánico, que si inorgánico, que si vidrio... hay que tener Bachillerato para tirar la basura.
Con la bilbaína todo lo trasformabas en calor, que le echabas para allá la madera y el pote empezaba a hervir como si lo pusieran en las parrillas del infierno y se calentaba el agua del calderín, que le lavabas la cabeza al rapaz y los piojos salían volando con paracaídas para no matarse.
Ahora, acumula ahí en la esquina, que vienen los de abastos y te llaman guarro. Por no tener bilbaína.