«Todo depende del color del cristal...» es la norma general para la disensión en cualquier punto del país. Pero León tiene muchas expresiones propias, diferentes a habituales, por ahí circulan esas expresiones de «en León no decimos nos hacemos daño sino que nos mancamos» y una larga lista de expresiones propias que no se si nos hacen diferentes o solo nos lo creemos.
Pero hay otra que en esta casa se utiliza mucho, «esto es León», que en tiempos fue himno de la mano de Berlín Interior y que llevó al deporte Manolo Cadenas en un tiempo muerto de un partido del Ademar para hacerles ver que aquí no puede ganar cualquiera.
Pero ese «esto es León» de orgullo tiene otro «esto es León» de definición breve y muy clarificadora del carácter y la forma de ser de un pueblo al que le nace el escepticismo ante cualquier movimiento incluso antes de inscribirlo en el Gobierno Civil (o donde se inscriba ahora).
Lo tenemos reciente. Mientras cientos de pendones bailaban al viento de la ciudad en fiestas, entre el aplauso de los viandantes, el discurso oficial desvelaba tensiones y malestar. «Esto es León».
Mientras los carros engalanados recorrían las calles de la vieja capital siendo un año más el acto más celebrado, alabado y seguido, otros tantos carros se habían quedado en casa, divididos. «Esto es León».
Y hablamos de los dos símbolos más reconocidos de la identidad de los pueblos de León, junto a la lucha leonesa, que es uno de los clásicos de la disidencia interna y ahora tal vez más, en pleno proceso electoral.
Tal vez muchas veces estemos buscando explicaciones a lo que nos ocurre...
Y la explicación somos nosotros. Con perdón.