Las gafas de ver y el móvil fijo

03/10/2024
 Actualizado a 03/10/2024
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

La muleta posada, las gafas ‘de ver’, el móvil que realmente es fijo, las agujas de hacer ganchillo y la pieza que está tejiendo dibujan una forma de vida de tantas mujeres como la de la fotografía, de tantas que ven el otoño llegar por la ventana del mundo que vive afuera. En verano había un tiempo para acercarse a la calle, dar un corto paseo y sentarse después en el banco de la fachada de la casa para disfrutar de una larga tarde de sol y, sobre todo, conversación. También ésas son unas vacaciones de lujo y filandón.
Ahora arrancan las tardes de un otoño de colores que desembocará en un invierno blanco (salvo que el cambio climático decida lo contrario).
Con la banda sonora de la tele encendida –«no la escucho, pero hace compañía»– como fondo va tejiendo manteles, gorros de lana y tantas otras piezas necesarias en el día a día de las casas con cocina de carbón, que no hacen juego con las piezas que dicen «de los chinos». 
Es una forma de matar el tiempo, de ver pasar la vida ante su ventana. No necesita las gafas ni mirar para las agujas pues teje de memoria, lo ha hecho tantas y tantas horas. Tal vez las ponga para hacer el crucigrama o la sopa de letras.
El teléfono sobre mesa, fijo a pesar de ser un móvil, le da esa seguridad de saber que a un golpe de tecla están los hijos, urgencias o lo necesario. Y la muleta ayuda en los pocos movimientos que el invierno le pide. Incluso, en la mayoría de los casos, se han hecho obra en casa para que la cama esté a tan solo unos pasos de la silla de tejer y mirar por la ventana, a la que se asoma el mundo, el escaparate de la soledad. Y la calle es la pasarela casi vacía de la rutina. 

 

Archivado en
Lo más leído