Extraña jornada en la que el día de los santos celebramos a los muertos (ponle honramos, que celebramos para los muertos...)y el día de los muertos ya lo tenemos todo celebrado, así que pasa al olvido.
Extraño día en el que lo que no lograron los vivos lo consiguen los muertos y nos congregan a todos con flores en las lápidas y las manos apretadas, unas entre las otras, mirando a los nombres escritos en las tumbas o los recuerdos enterrados en la tierra, que hay costumbres para cada pueblo.
Yla abuela aprieta la mano de la nieta, o la del nieto, incluso cuando todavía su cerebro no entiende nada pero ella le cuenta la historia de la familia, de los antepasados allí enterrados —«por si para los Santos del año que viene ya no estoy»— con la esperanza de que quede grabada en su memoria y con el paso de los años lo van recordando.
Y aquellas pequeñas manos parecen entender lo que les cuentan los dedos que las aprietan con calor.
Extraño día en el que se repiten los gestos. Las horas anteriores se han limpiado las lápidas, con estropajo y jabón, se han colocado las flores, se ha llevado a los hijos, se han repetido las frases y los recuerdos. Todo es igual.
Para nadie se resiste a no repetir.
Extrañas frases para un extraño día. Hay alguna para el manual de los recursos funerarios. «Ya decía la abuela. Entiérrate bien pegada a mí, que mala sangre ha de tener la hija para no traerte unas flores el día de los Santos».
Yluego negamos creer en el más allá.
La abuela solo tenía una obsesión en sus últimos años:Enterrarme en una tumba que le dé el sol.
Todo eso te lo cuentan unas manos que aprietan tus dedos. Otra cosa es que lo llegues a entender.
Lo más leído