Hay enseñanzas que corren por las venas de la tradición y jamás las deberíamos olvidar. En ese deporte nuestro, los viejos aluches, que es hijo de lo que nos han contado y enseñado los viejos de la tribu hay una costumbre que es ley. El ganador de un corro no lo es cuando derrota al último rival, falta algo para que la victoria sea una realidad:Levantar al rival, al derrotado, para que el público también aplauda su lucha. Después el vencido elevará al vencedor. Ahí está la victoria, antes no.
Es bueno, casi necesario, recordarlo en estos tiempos de batallas que deberían ser menos cruentas que la lucha y son un centro de interpretación de las trampas, el desprecio o el insulto. Es bueno recordarlo hoy, que se nos ha ido Luisín, un practicante de la filosofía de las luchas hermanas que inician la batalla con una frase: «Ami rival tiendo la mano».
Durante años coincidí con Luis El ‘boti’ en el los corros;en teoría escribíamos para medios rivales pero desde el primer día me recibió con la mano tendida y una frase que se convirtió en saludo y rito: «Querido amigo y compañero». Si no la decía es como cuando el campeón no levanta al vencido, nada de lo ocurrido tiene valor.
El domingo me llegó la noticia de la muerte de Luisín en un bar de la comarca de Gordón, había fútbol en la tele y, no ya los jugadores, algunos espectadores faltaban al respeto a voces a quienes no comulgaban con sus gustos.
Miré el mensaje, pensé en Luis y sentí la necesidad de tender la mano.
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