Los carros reinaron ayer en las calles de León. Carros engalanados, con adornos y polémicas («esto es León», cantaba Contreras), pero reinando, arropados. Dicen los estudiosos que estos carros celebran un día de fiesta en la capital convirtiendo en lúdico y espectáculo lo que cada día es trabajo, sudor y sobrevivencia.
Es la ‘cara buena’ de los carros, aquellos labrantines que siempre esperan un baile o un rato de pan con chorizo después de una jornada de batalla. O de muchas jornadas de batalla.
A pocos kilómetros, en Cerezales, está esta imagen de hoy, también de carros, pero sin cara buena, pues ni todos los carros son iguales. Son aquellos carros de los vecinos de Oliegos a los que expulsaron de su casa y les dijeron «llevaos de toda una vida aquello que podáis cargar en el carro. El resto quedará bajo las aguas». Y quedó.