La ganadería de leche, en la montaña sobre todo, vive días tremendos, de abandono, impagos a los ganaderos, desprecios y, sobre todo, olvido y lejanía de quienes debían velar por sus intereses y sus derechos.
Olvido cargado, una vez más, de injusticia y desprecio de nuestro pasado reciente, del pasado reciente de nuestras gentes, de tantos y tantos amaneceres ordeñando a mano, de tantas horas cuidando del ganado a la intemperie, de tantas vidas alimentadas de leche, nata, manteca, queso y hasta aquel yogur de un invento mágico que fueron las primeras yogurteras.
Nada cuenta. Como nada contó en la minería. Nadie quiere recordar cómo y gracias a quién llegamos hasta aquí.
Ellas, aquellas pastoras que ya estuvieron a la intemperie, no soportarían ver que sus nietos sufrieran el mismo desprecio.