¿En qué momento se nos oscurecen la mente y las ideas? ¿En qué momento preciso nos entra en el cerebro la carbonilla de la rutina y la tontería de esas teles de bazofia y nos gripa los mecanismos de pensar y tener ideas? No solo se jodió Perú, que diría Vargas Llosa, resulta que Perú somos casi todos.
Porque no nacimos así, nos estropeamos por el camino. Hace unos minutos, caminando por una acera de Eras de Renueva, una niña sola juega con una pelota y no parecen necesitar a nadie más. La niña le está explicando: «Como eres redonda te podías ir rodando y dejarme sola, pero como somos amigos te voy a quitar la mano de encima pero te vas a quedar aquí conmigo».
No sé describir la cara de la niña —la podría haber pintado Seve pero se nos fue—cuando levantó la mano y la pelota ni se movió, ni un centímetro.
Como era una declaración de amistad la niña le dio un beso. Como el mundo va por otros derroteros desde la terraza de la cafetería la riñen: «Cochina, no beses la pelota, vas a coger cualquier cosa».
No repararon al reñirla que ella no había besado a ninguna pelota, sino a una amiga fiel. Yuna amiga jamás contagia nada.
Por ello, trata de jugar a averiguar la conversación entre la niña de la foto y los muñecos. Escucha y aprende.