Pasen y bailen, cojan su cacha

21/01/2025
 Actualizado a 21/01/2025
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

Librado, el antiguo pastor y luchador de Prioro, sorteó la pandemia haciendo de su cocinona el mayor zoo de madera del mundo. Cientos de cachas rematadas en cabezas o incluso cuerpos de animales, desde los autóctonos a los soñados o vistos en los documentales de La 2 que, en contra de la creencia generalizada, tienen muchos fieles en las cocinas ‘prendidas’ con leña cortada en las suertes de nuestros montes. Librado las mira y sonríe, ni las vende ni las regala con una razón que convence: «¿Dónde pones el límite? Al que se la das no es más que una cacha, al que no le llega se ofende, se siente despreciado a ver a quien sí se la di». 
Alfredo llena en una bocamina del valle de Sabero sus ocios en confeccionar cachas con todo lujo de detalles y arabescos, incluso juega a desafiar la ley de la gravedad cuando sus cachas quedan solas en pie contra todo pronóstico y toda lógica. Recuerda en aquella galería los tiempos post-mina cuando en una de ellas montó un recordado cultivo de champiñones, que se lo agradecieron atacando a su salud.
Raúl, en Villamanín, rememora las buenas artes con la madera de su padre, Aurelio El Cepedano, haciendo unas cachas en las que pinta la empuñadura de distinto color, como firma.
Cachas. Paisanos. Historias y bailes... Que tienen las cachas su día grande cuando los pastores las bailan. Pasen y bailen, cojan su cacha.

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