El veterano ex presidente Mújica, un hombre sabio, bueno y digno, por extraño que parezca habiendo llegado a presidente de un país, protagonizaba un reportaje de televisión en el huerto de su humilde casa, por raro que parezca habiendo sido presidente, y cuando le preguntaron por el mejor rincón de su huerto les dijo: «Busquen a mi perro callejero, allí donde él esté es el lugar que preguntan».
No lo dudes. En la pared desde cuyo alto acecha el perro están las mejores vistas; en el rincón donde permanece tirado es exactamente el lugar donde desemboca el único rayo de sol que consigue atravesar la dictadura de las nubes;por el camino donde permanece quieto, como petrificado, va a aparecer caminando en unos pocos minutos su dueño, al que acompañará en su diario paseo.
Parece que el veterano Mújica aprendió a leer las lecciones de los perros callejeros y, seguramente, de la naturaleza, mucho más provechosas que las de esa extraña legión de consejeros que le repiten «todo va bien, maestro».
Por ello, no hay mejor publicidad, sin necesidad de palabras, que un perro demostrando que se encuentra feliz. No falla.