Mi vecino Javi el de Sara tiene una border collie que siempre camina a su lado, se sienta cuando él se detiene a hablar, vigila cuando salen las vacas y se tumba al sol cuando su amo entra en casa.
Para ‘colocar’ las camadas que tiene en cada parto no tiene más que dejar a las crías en el corral, junto a su madre, y cada uno que pasa pregunta y si es un niño o, sobre todo, niña de pocos años no dejará de insistir hasta poder llevar a una de las crías a casa.
Y si las ves lo entiendes perfectamente.
Algo muy similar ocurre con los corderos también recién nacidos. Cuando pasan los rebaños y los corderos cierran la comitiva —o las llevan los pastores en brazos— todo el mundo les pide que se los dejen coger en brazos.
Y, si fuera posible, llevar algún cordero para casa. Lo que ocurre es que los corderos tienen peor acomodo en cualquier familia, pero las niñas insisten en intentarlo.
No les estropees la historia recordando que también el lechazo es el plato favorito de las gentes con posibles. Es decir, los matan a esa edad.
Nunca insistas en saberlo todo. Con la ternura que despiertan los corderos ¿Quién los mata? ¿Quién los come?
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