Reivindicación de la madreña

La última de La Nueva Crónica

Por Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
03/01/2025
 Actualizado a 03/01/2025
| SAÚL ARÉN
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Cuando hacen un museo de algo... malo. Ya palmó o está en vías de extinción, por eso tenemos en León muchos más incluso que curas, que quién lo iba a decir. Hay incluso pueblos que tienen más museos que bares, que eso sí que es para estudiar. Ya lo decía Tomás cuando le querían cerrar el suyo: «Usted cree que se puede permitir que se diga, Casares: un museo, una iglesia, una ermita... y ningún bar. Si se tiene que acabar el mundo que se acabe, pero que sea por algo razonable». Qué menos.

Pues a la madreña no le hacen museo, igual no da para tanto, pero la sacan de paseo por Ordoño, que es por donde iban a mirar escaparates los paisanos que venían del pueblo en madreñas, las dejaban en casa de un pariente para ir al médico o de bancos y las volvían a recoger para ir al coche de línea de vuelta. 

Además de eso, cuando vas a ver las madreñas de Ordoño resulta que son como de diseño, que tienen una cantidad de arabescos que no creo que haya nadie con la poca cordura de meterlas en la cuadra. No en vano Dativo, que tiene sorna para regalar, dice muy serio: «no pude ir a la anterior concentración de madreñas porque no encontré unas de Bimba y Lola».

Porque la tragedia ya es que hay más madreñas en Ordoño, aunque sean de diseño, que en los portalones de nuestros pueblos. 

Salvo en el de Pepe el de Ariego, que fue un hombre de orden y las tenía colocadas todas en orden, desde el 36 hasta el 44. 

 

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