Tendal y tendedero

La última de La Nueva Crónica

Por Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
19/12/2024
 Actualizado a 19/12/2024
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

Cuando nos venimos arriba con las señas de identidad de nuestros pueblos tiramos de repertorio y siempre nos sale el de «la campana y el pendón... del pueblo son», pero no es menos cierto que el paisano de colmillo retorcido, que le gustan más las señas de identidad de andar por casa, suele rematar la frase con otra cargada de esa socarronería que calienta la boina bien puesta: «Yel tendal y el tendedero, del pueblo entero».

¿Quiere decir que hay símbolos que no son de todos? ¿quiere reivindicar que hay costumbres que sí son para todos? Pues, la verdad, me rindo al intento de interpretar a los paisanos del colmillo retorcido, que hay que reconocerles que casi siempre tienen razón.

Oculta, pero razón.

Otra cosa es que —al margen de lo que encierre esa coda final de «el tendal y el tendedero, del pueblo entero»— nadie dude que un tendal ante una pared es de la vecina de enfrente, es señal de que ha salido el sol, es un libro abierto sobre la gente que vive en aquella casa y un símbolo de independencia, no hace falta disimular.

Como no es necesario disimular cuando se sale al panadero en bata guateada, se recorre el pueblo en mono con una cuerda de paca haciendo de cinto o se le roban las ciruelas al cura. Como el tendal y el tendedero... 

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