Todos fuimos terneros

09/01/2025
 Actualizado a 09/01/2025
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

No hay ni memoria, ni justicia, ni compasión, ni recuerdo de quiénes somos y, sobre todo, de dónde venimos. Que vendremos del vientre materno, no cabe duda, pero somos deudores de la leche de nuestras vacas, tampoco cabe ninguna duda. Nadie parece recordar que desayunamos leche, cenamos leche y a las sopas de la comida le echaban leche nuestras abuelas. Todos añoran aquella manteca de verdad pero nadie parece querer recordar cómo se hacía, aquellas noches mazando leche hasta la extenuación para arrancarle a la nata aquel manjar de desayunos y postres. La leche era la seña de identidad de una forma de vida, y sobre todo de sobrevivencia, especialmente en la montaña 
Un buen día dejan de pasar los camiones que recogen la leche... y ahí te quedas, sobre todo aquellos que más pelearon, los que lucharon contra viento y marea, los que sacaban a beber agua a una docena de vacas sobre una gran nevada abriéndose camino hasta la fuente de la plaza.
Nos llena de ternura la estampa de un ternero mamando de una madre que no se inmuta. Tal vez lo que ocurra, al menos en algunas generaciones, es que estemos recordando aquellos tiempos en los que todos fuimos terneros. Aquellos que hoy nadie quiere recordar ni hacer justicia cuando los camiones anulan la recogida sin mayor cargo de conciencia. 

 

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