Cada día es noticia en la prensa un nuevo pueblo que mejora las condiciones de arrendamiento (un euro, cien al año, nada...)para que alguien se haga cargo del bar o la cantina que realmente no son tal o, cuando menos, no son solamente eso para convertirse en punto de reunión, puerta abierta, centro de información, lugar donde dejar los avisos, gente que te haga un recado... todo.
Son las cantinas las que aparecen pero esconden detrás otras muchas formas de vida. ¿Cuánto tardarán en aparecer los mismos anuncios para que alguien se haga cargo de aquella última tienda que cerró sus puertas? Tienen la ventaja de que no hay bares ambulantes pues los comercios han sido sustituidos por esos vendedores ambulantes a los que debemos un reconocimiento. ¿Cuánto aguantarán acudiendo hasta el último pueblo de la provincia para realizar allí una venta mínima y sin recibir nada a cambio por dar conversación, interesarse por su salud y hasta hacer los encargos que les piden los últimos resistentes a los que han borrado sus nombre y apellidos para meterlos en el horroroso e inhumano saco de la España Vaciada? ¿Y el agradecido recuerdo de aquellos tenderos resistentes de la raza de los inolvidable Tocineros de Sabero?