La verdad vive en la sacristía

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
11/03/2025
 Actualizado a 11/03/2025
| MAURICIO PEÑA
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La frase fue el recurso repetido cada vez que la crítica o el recelo apuntaba hacia el que se suponía ejemplar pastor del rebaño de feligreses de la parroquia: «Haced lo que yo digo, no lo que yo hago».
La lógica de la ejemplaridad parecía apuntar en sentido contrario, «haced lo que yo hago»; la lógica de la supervivencia no. Así creció el que se ha convertido en el mayor problema sin solución de ‘la casa’. 
Es el viejo debate, en todos los ámbitos de la vida, de las apariencias y las realidades. De la imagen, de eso que ahora llaman, en una expresión que vale para todo, el relato.
El relato está en la cara vista, en la imagen, la vestimenta, las apariencias, los ritos... la realidad, dicen los maliciosos, está en la sacristía, allí en cuyas sombras se acumulan los objetos y conviven pequeñas historias que componen el puzzle de la historia grande. Las imágenes que pierden sitio en los altares a la vista, los líquidos que mantienen viva la llama que antes apagaba el viento, el agua de la fuente de la vida que realmente mana en la tienda del lugar... 
La realidad es que, con escaparate y sacristía, no hay pueblo sin templo, ni grupo social más extendido y al que nadie quiere enfadar.

 

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