Que me perdonen los de La Bañeza pues viene al caso su nombre por un ilustre vecino pero valdría cualquier otro lugar que tuviera entre sus partidas de nacimiento a un gran poeta. Ocurrió en una de las bromas recurrentes del gran Antonio Pereira, en uno de aquellos filandones en los que todos los demás nos convertíamos en simples figurantes, cuando le preguntaron muy en serio —parece que no se había enterado muy bien dónde estábamos y para qué— por su opinión sobre la poesía de Antonio Colinas.
- No puedo tener en más alta estima una poesía, como la de mi tocayo Colinas, que es capaz de hacernos ver lo más profundo de la belleza en un lugar como La Bañeza. Eso es ser poeta, en mí caso ningún mérito me adorna pues arrancarle belleza a Villafranca del Bierzo es tarea al alcance de cualquiera que haya leído El Catón (perdón a los milenials).
La cita de Pereira me libra de cualquier maldad pues todo el mundo sabe que no existía en quien contaba que cuando ganó en su pueblo un premio de poesía su padre decía en la ferretería a sus clientes que «el niño es premio Nobel por Villafranca».
Viene también a cuento la cita y el recuerdo porque también La Bañeza ha apostado por ser la capital de la mejor cara del grafiti; y en sus paredes están los trabajos de unos artistas que, como en el caso de los escritores, hacen de esta tierra una de las primeras potencias colocando, hace tan solo unos días, a dos de ellos entre los cinco mejores del mundo. Piénsalo otra vez, dos de León entre los cinco mejores de mundo. Y como si tal cosa.
No me extraña nada que hagamos la V de la victoria, para una vez que tenemos razón y motivos después de sacarla sin ton ni son.