El crimen tiene autora, Montserrat González, lo ha confesado y además asegura que no se arrepiente. El móvil está claro, vengar el daño que, considera, le estaba haciendo la víctima a su hija. «Si no la hubiera matado, habría acabado yendo al entierro de mi hija», dijo con frialdad el pasado martes en la sala de vistas de la Audiencia Provincial en la que estos días se celebra el juicio. Aun así, con asesina confesa y reconocida por varios testigos, el crimen de la expresidenta de la Diputación provincial y el PP leonés sigue abriendo más interrogantes de los que cierra.
Aun con asesina confesa, el crimen de la expresidenta de la Diputación y el PP leonés sigue abriendo más interrogantes que cierra El juicio por estos hechos suma ya veinte horas en las tres sesiones celebradas, han sido interrogadas las tres acusadas (sólo Raquel Gago se prestó a responder a las preguntas de todas las partes, Triana al fiscal y a su defensa y, la madre, Montserrat, únicamente a su abogado), han pasado por sala una quincena de testigos, y la reconstrucción de lo sucedido, lejos de desenmarañarse, de momento no ha hecho más que abrir interrogantes.
Tres acusadas de un mismo delito, asesinato –en concurso ideal con otro de atentado a la autoridad, y otro delito más de tenencia ilícita de armas–, una de ellas apretó el gatillo, Montserrat. Lo hizo hasta cuatro veces, por la espalda y ‘rematando’ la faena. A las otras dos, el Ministerio Fiscal las considera colaboradoras necesarias al entender que el crimen fue producto de un plan perfectamente diseñado, casi perfecto.
La defensa de Triana se ha propuesto conseguir su libre absolución y quiere desmontar la teoría del plan: ni a tres ni a dos Sin embargo, contra Raquel Gago, la agente de policía local que entregó el arma homicida 30 horas después de que se detonara, no parece que, a priori, existan pruebas directas de su implicación en estos hechos. Así lo entendió la Audiencia Provincial cuando resolvió dejarla en libertad provisional ocho meses después de los hechos que la llevaron a Mansilla de las Mulas como a las otras dos acusadas. Existen muchas casualidades, lo afirmaba el jueves la jefa de la Udev que dirigió la investigación policial del crimen, pero no se han aportado, por el momento, pruebas concluyentes que puedan despojarla de su presunción de inocencia.
Queda mucho juicio por delante, según el programa 13 sesiones, pero hasta ahora, y después de escuchar su declaración, parece que la peor de las casualidades es que aquel 12 de mayo de 2014 decidiera interrumpir su propósito de ir de casa de Triana (donde había estado tomando un té) al curso de manualidades de Trobajo del Cerecedo para comprar una pintura en la calle Sampiro (¿casualidad o no?).
Las acusaciones dan la sensación de haber acudido al juicio muy confiadas, mientras que las defensas llevan el caso muy estudiado Su intervención ante el tribunal despertó el interés del jurado popular, al que se dirigió expresamente en varias ocasiones con una seguridad y una firmeza que nadie esperaba de la policía local reservada, misteriosa y tímida que se ha perfilado a lo largo de la instrucción. No tiene más móvil que la amistad hacia Triana, que es el que argumentan las acusaciones.
El giro más radical está en la participación de Triana. Su defensa se ha propuesto conseguir su libre absolución y quiere desmontar la teoría del plan: ni a tres ni a dos. Triana no sabía lo que iba a hacer su madre, se habría enterado, según la versión que mantienen ahora, un minuto antes del crimen porque, y aquí está la baza que juega su defensa, Montserrat llamó a Triana antes de matar a Carrasco, no después.
Los testigos empezaron a desfilar por sala el jueves. 15 de los 99 citados. Los primeros han sido los que estaban en la pasarela en el momento de los hechos y los agentes que participaron en la detención de madre e hija. No se esperaban sorpresas, pero las hubo. El principal testigo del caso, el policía jubilado que persiguió a la asesina y facilitó su detención, tiró por tierra su credibilidad por una negativa que no tiene explicación. Dijo que no había llamado al 1-1-2 aquella tarde incluso después de escucharse en la grabación, pero tanto su mujer como los policías locales a los que paró para guiarles hasta Montserrat y otros testigos dan fe de que Pedro Mielgo llamó.
Intensa fue también la testifical de la jefa de la Udev, que defendió el proceder de los policías de Burgos, los que ocultaron que habían estado en casa de Gago la tarde en que apareció el arma, y a los que la defensa de madre e hija acusa de haber forzado la confesión de Montserrat con engaños y construyendo una historia que ahora el letrado trata de desmontar.
En estos tres primeros días de juicio se ha visto a unas acusaciones (pública, particulares y popular) que parecían muy confiadas. Cuesta distinguir al Ministerio Fiscal del resto de partes acusatorias, lo que le ha sido reprochado reiteradamente por parte de la defensas que, éstas sí, se han sentado en el juicio con el caso muy estudiado.
La historia se sigue enrocando y faltan pruebas concluyentes que ayuden al jurado a dictar su veredicto.
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24/01/2016
Actualizado a
28/07/2019
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