El cine del destape y sus famosas actrices fue uno de los símbolos externos de la llegada de la Democracia, a partir del 20 de noviembre de 1975, pero no fue el único, al margen de los cambios políticos que se iban sucediendo y que desembocaron en las elecciones generales... El cine del destape tuvo sus variantes en representaciones ‘adornadas de teatro’ o envueltas en folklore que llamaban sexy-show, las salas de music-hall con espectáculos eróticos por los que, por cierto, pasaron algunas de los artistas más significativas de aquel movimiento, como Pandora (que presentó en León un número erótico con perro) o Susana Estrada, que se hizo famosa por enseñar un pecho a Tierno Galván en una inauguración. Pero, sobre todo, dejó de haber excursiones a Perpignan para ver allí ‘El último tango en París’, aunque no entendieran la mayoría nada de francés pues los diálogos no es lo que iban a buscar los usuarios del llamado turismo de cine erótico. No hacía falta, ya se podía ver en León, y Fernando Rubio recuerda "cuando el Cine Azul se hizo de Arte y Ensayo, con películas que no se proyectaban en los circuitos comerciales habituales; una de ellas, un documental titulado ‘Helga, el milagro de la vida’ provocó una auténtica conmoción en la sociedad leonesa de comienzos de los 70, sólo comparable al escándalo de Gilda en las postrimerías de los años 40», escándalo del que, por cierto, Velasco, el cartelista del Teatro Emperador, contaba una significativa anécdota: "Hice el cartel con la famosa escena del guante y el brazo, y tuve que retocarlo por orden del Obispo Almarcha porque se veía demasiado brazo desnudo".
De ahí veníamos, es bueno recordarlo para entender el ‘escándalo’ de estas imágenes de Fernando Rubio que él define hoy como «de una inocencia casi angelical» pero que entonces fueron calificadas de libidinosas, como poco.
Estamos hablando del ‘terremoto de la Democracia en León’ en los años 70; es decir, cuando Fernando Rubio, cámara en ristre, levantaba acta de todo lo que ocurría en esta tierra. Y de todas las posibilidades que le ofrece su amplio archivo fotográfico elige unas imágenes de 1977, con la Democracia dando sus primeros pasos, y que son de uno de aquellos espectáculos llamados de sexy-show que, en este caso, se representó en La Robla. Argumenta Fernando que no es bueno rasgarse las vestiduras pues ya antes se podía en la ciudad "pecar contra el sexto mandamiento, pues nunca habían faltado lugares donde encontrar esas mujeres que, en expresión de la época, ‘fuman, beben, dicen pecados y tratan de tú a los hombres". Y recuerda alguno de los nombres instalados en la memoria de la ciudad: locales como el As de copas, el Siroco, el Folies... o algún reservado de El Universal, el Lisboa. "Lugares discretos y, por otra parte, conocidos y tolerados".
Cabe recordar que durante años en los periódicos de la ciudad de los primeros pasos de la Democracia, al margen de encontrar numerosos anuncios "de relax" también había páginas que bajo el epígrafe de ‘music-hall’ daban cuenta de los espectáculos eróticos que podían verse en numerosas salas de la ciudad y cercanías, en los que triunfaban artistas como la llamada Niña de fuego, que debía tener el secreto de la eterna juventud pues se estuvo anunciando como niña durante décadas.
Lo resume Fernando con una reflexión: "Según avanzaba la década de los 70, aquellos que al comienzo eran pecados mortales, se convertían en veniales. Era el cambio de las costumbres, es decir de la moral".
Han cambiado los tiempos, el debate hoy en nada se parece a aquella fiebre del cine del destape, pero si mantiene Rubio una cita que cree que sigue teniendo sentido: "Recuperaría aquí una pregunta que ya se hacía son Juana Inés de la Cruz, casi nada: ¿Quién peca más: la que peca por la paga o quien paga por pecar?".