Dominguín, Paquirri, El Cordobés, Puerta... eran otros tiempos

Los más grandes del escalafón taurino pasaron por León en los años 70;aquí sí que cambió la historia

01/07/2024
 Actualizado a 01/07/2024
Los leoneses también pudieron disfrutar del famoso ‘salto de la rana’, el invento del revolucionario Manuel Benítez ‘El Cordobés’. | Fernando Rubio
Los leoneses también pudieron disfrutar del famoso ‘salto de la rana’, el invento del revolucionario Manuel Benítez ‘El Cordobés’. | Fernando Rubio

El impagable archivo setentero de Fernando Rubio nos permitió en semanas anteriores ‘viajar’ a diversos aspectos de las fiestas de San Juan y San Pedro de entonces y a las actuales, 50 años después, para ver cómo han cambiado, cómo han evolucionado, por ejemplo, desde los carteles, a las reinas y damas, los fuegos artificiales, los conciertos, gigantes y  cabezudos.

Toca hoy, como despedida, una de las actividades que seguramente más ha cambiado, los toros, en primer lugar porque ha cambiado mucho el papel que la llamada entonces fiesta nacional jugaba en los setenta, cuya importancia poco tiene que ver con la controversia que vive en estos tiempos, en el centro de numerosas polémicas, como hemos visto, por ejemplo, en el prólogo de la feria de 2024 que fue una manifestación antitaurina en el centro de la ciudad.

Rubio, que vivió aquellos días y sigue de cerca estos, lo tiene bastante claro: «Los toros, en los 70, era la Fiesta Nacional por antonomasia. Para los turistas extranjeros, los españoles nacíamos con un traje de luces, un capote y una muleta y las españolas con traje de flamenca, mantilla, abanico y peineta. Era entonces una fiesta deseada por casi todos  aunque no estaba al alcance de todos, en la actualidad se ha convertido en un asunto de controversia y complicado», tanto que acude a su propia experiencia: «En Facebook me han vetado varias de mis publicaciones». 

Reconoce que no era en el León de los setenta la fiebre taurina como podía ser en Andalucía, Salamanca, Madrid... «pero la feria era una fiesta; aunque solo fueras  dos o a lo sumo 3 funciones, incluyendo «El Bombero Torero que estaba destinado a los menores», y hoy también en el centro de la polémica pues el Defensor del Pueblo ha pedido reciéntemente que se suprima este espectáculo.

Las fotos, y los recuerdos, ayudan a Fernando Rubio a dibujar la estampa de una tarde de toros en León: «Era un rito al que asistir, cada uno según su estatus, en asientos de barrera, contrabarrera, tendido, grada y andanada y según su posición, sombra los más cotizados, sol y sombra, y sol, para los de menos poder adquisitivo. No debía faltar un buen habano en los hombres y un abanico para las mujeres».

Pero la mayor diferencia, a buen seguro, se encuentra al repasar la nómina de figuras que pasaban y pasan por el coso leonés. Después de la última  feria, ‘mi asesor’ de cabecera, buen taurino y compañero  en el periódico reflexionaba:

«Hay que ir, porque para dos días que hay toros habrá que estar, pero hay una dejadez tremenda, siempre lo mismo, siempre los mismos, hasta al Fandi se le ve con menos ganas, sabe que con las banderillas y dos cosinas más abre la puerta grande...».

Nada que ver con la nómina de toreros que Fernando va desgranando según saca de su archivo las fotografías: «Por el coso leonés del Parque pasaban las grandes figuras del toreo: Luis Miguel Dominguín, una leyenda dentro y fuera de la plaza; Dámaso González, un torero clásico; El Niño de la Capea, de la escuela de Salamanca, heredero de la leyenda de El Viti; Manuel Benítez, El Cordobés ‘padre’, un verdadero fenómeno social que exhibió en sus presencias su legendario salto de la rana; o esa otra leyenda de trágico final que fue Francisco Rivera, Paquirri... y existía una gran afición que casi siempre llenaba el coso de Papalaguinda».

Seguramente ésa sea una de las grandes diferencias, los tendidos abarrotados de espectadores, nada que ver con los asientos vacíos que se han podido ver en los últimos años. Lo que ocurre es que no se sabe si más que la afición es el gancho de los toreros pues cabe recordar que no hace muchos años, cuando José Tomás acudió a la feria leonesa era casi imposible encontrar una entrada a las pocas horas de ponerse a la venta.

En fin, un mundo envuelto hoy en polémica y con posturas que parecen cada día más alejadas. Acude Fernando Rubio a bucear en uno de los argumentos más frecuentemente esgrimidos por los defensores de la tauromaquia, la cantidad de escritores e intelectuales que la han defendido y, estando en León, recupera el ‘sonetillo’ que Victoriano Crémer dedicó al torero Manolo Escudero que decía: «¡Qué fragilidad de vuelo / tienen sus brazos, mecidos / por los últimos latidos / de un toro de negro duelo!»; además de los clásicos, tantas veces repetidos: Lorca, Machado o Rafael Alberti. 

Es evidente que estos cincuenta años se notan en los toros más que en otros muchos aspectos, pero Rubio recuerda que «Las corridas de toros siguen celebrándose en las principales plazas de España, atrayendo a turistas y aficionados de todas partes».

Y se acabaron las fiestas.

 

Lo más leído