Las fiestas de San Juan y San Pedro en la capital de la provincia. Nuestra astronauta fue la pregonera, el espectáculo del Monoloco (sic) reunió a quince mil jóvenes con ganas de marcha... Cuando a Fernando Rubio se lo cuenta mientras él bucea en los archivos de las fiestas de hace 50 años se ve obligado a conceder: "Sí que han cambiado las fiestas en estos 50 años. Yo imaginaba que el cambio másimportante sería en las fórmulas tradicionales de celebración e información pues la realidad y los libros de estilo imponen otras nuevas. Imaginaba que aquella frase, con la que los pregoneros cerraban sus bandos, la hayan cambiado y en vez de decir ‘que por San Juan y San Pedro, León arda en fiestas’ digan algo así como ‘que por San Juan y San Pedro, León brille en fiestas’, que es más, por utilizar el lenguaje de hoy, resiliente, proactiva y ecológica. Eso sí, un poco más cara por el precio de la energía eléctrica".
Pese a ello recuerda Rubio una frase originaldel presidenteDeng Xiaoping,que repetía Felipe González después de un viaje por China: "gato blanco o gato negro, da igual: lo importante es que cace ratones"; es decir, que utilicen los pregoneros,a fórmula que quieran, lo importante es que se disfruten las fiestas, brillen o ardan, en sentido figurado.
Bucea en sus archivos y rescata imágenes de 1971, hace medio siglo y un poco más, y, como en tantas cosas, el cambio es abismal. "Las dos atracciones más importantes —al margen del circo, el teatro de Manolita Chen, las orquestas de las verbenas, etc., habituales cada año— fue la presencia de un grupo de Majorettes llegadas desde la localidad francesa de Mont de Marsan; y tuvo una gran aceptación el concurso de castillos de arena".
Sobre las majorettes explica Fernando que "las imágenes me traen el recuerdode aquellas chicas que, hace más de medio siglo, alegraban las ‘niñas’ a los jóvenes leoneses y escandalizaban, un poquito, a los mayores".
Así contado extrañará a los más jóvenes, pero cabe recordar que estamos hablando de principios de los años 70 en León, de aquellos años en los que se organizaban excursiones ‘encubiertas’ a Perpignan para ver en el cine, en francés y sin entender una palabra, El último tango en París, una leyenda. Un tiempo en el que organizar en la radio un debate sobre la minifalda (lo hizo Paco Umbral) podía desencadenar un verdadero terremoto con intervención del mismísimo obispo, el mismo que cuando se estrenó Gilda (unos años antes, ciertamente) obligó a Velasco, el cartelista del Emperador, a que los famosos guantes taparan algo más los brazos deRita Hayworth.
Extraña así algo menos que aquellas majorettes desfilando por las calles a plena luz del día fueran todo un acontecimiento. Porque también en las noches había otras exhibiciones en el recordado teatro de Manolita Chen, que mezclaba actuaciones musicales, con espectáculos de ‘variedades’, que se decía entonces. En él empezó su carrera musical el leonés Roberto Rey, a quien comparaban con Manolo Escobar hasta que murió en extrañas circunstancias, apareció ahogado en un pantano.
Otra de las actividades que resultó un gran éxito en aquellas fiestas de 1971 fue ‘el concurso de castillos de arena’, en este caso para niños. "Igual era para tenerlos entretenidos y que no acudieran a ver a las majorettes", bromea Fernando Rubio, quien señala que «acudieron en masa a las simuladas arenas de la inexistente playa de La Condesa. Practicando para crear sus futuros y personales ‘castillos en el aire’ (patrocinados ya por Coca Cola), tan necesarios para la esperanza como ineficaces, la mayoría de las veces, para la vida diaria».
Pero, a fin de cuentas, lo importante era que el gato cace ratones.
El exotismo de lo que no había: majorettes y playas
Las majorettes de Mont de Marsan fue una de las grandes atracciones de las fiestas de San Juan y San Pedro de 1971 en la capital de la provincia leonesa; también el concurso de castillos de arena, como si fueran de playa pero sin mar. Parece que disfrutábamos con lo que no teníamos
19/06/2023
Actualizado a
19/06/2023
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